viernes, noviembre 11, 2005

De gatos y perros…
George Carlín.

La mayoría de la gente sabe que los gatos son muy diferentes de los perros, los que les gustan por diferentes razones. Una cualidad de los gatos que gusta mucho es la independencia; que la mascota pueda atenderese a sí misma. “No tengo que hacer nada; él limpia su cuarto, prepara su ropa y maneja hasta su trabajo” Diferentemente de los perros, que tanto nos necesitan y nos quieren porque sabemos donde está su comida, los gatos no entran en falso afecto. No se vuelven locos ni nos babean todos cuando volvemos a casa, como los perros. Ellos dosifican el afecto para darlo de cuando en cuando, aunque esto probablemente sea más un fenómeno de electricidad estática que cariño animal. Otra cualidad admirable de los gatos es la inmunidad; cuando cometen errores no aceptan responsabilidad ni muestran arrepentimiento. Cuando hacen algo relmente estúpido, como saltar a una mesa y tumbar cuatro tazas de café, de algún modo convierten el accidente en una rutina. Los perros no. Si un perro choca con una lámpara, se sabe de sólo mirarlo; se siente culpable y avergonzado. El gato no; cuando rompe algo pasa a la siguiente actividad como si nada. “Qué volá, ¿la lámpara? ¿Y a mí qué? ¡Que se joda! Yo soy el gato. Pregúntenle al perro…” El gato disimula sus errores, parecen actos intencionales. ¿Han visto un gato atravesar una habitación corriendo como un loco y chocar con una puerta de cristal; ¡suávana! Y barajar la situación…”fue a propósito” Entonces usted lo ve zigzagueando hasta detrás del sofá, donde se pone las patas en la cabeza: “Ay Dios…Ay coño…Cago en mi madre….! El gato es demasiado orgulloso para dejarse ver sufriendo, pero si miras detrás del sofá lo verás recuperándose; “Hola, Quería saltar del sofá a la ventana y no llegué. Me jodí un ligamento. ¿Hay un poquito de leche por ahí?” Los gatos son muy sensibles al tacto, les gusta sobarse con las piernas del dueño; si usted posee un gato y una pierna, tiene un gato feliz; ¡Ay qué pierna más rica! Si usted tiene dos piernas, mejor: “Oh, ahora puedo hacer un número ocho” Pero aún si uno no está, el gato comienza a hacer el ocho de sólo verlo venir. ¿Le ha pasado la mano a un gato por la espalda? Levantan el culito como si le hubieran tocado un botón. Aveces te lo ponen en la cara si está en la cama con uno. Los perros no tienen prioridades ni agenda. A veces caminan alegremente hacia algún lugar pero se detienen súbitamente y se muerden el lomo por unos minutos. Cuando terminan de morderse, olvidan a lo que iban y miran alrededor, confusos. Como hacen cualquier cosa en cualquier momento, también te hacen pasar pena. Puedes tener visita en la casa; vaya, gente de no mucha confianza y a la que quieras de algún modo impresionar. Y todos sentados en la sala y un saladito en la mesita; en animada conversación y el perro tirado en el piso en medio de todos. ¡De pronto, con el rabo del ojo veo, no lo puedo creer; el tipo comienza a lamerse los güevos: y de qué manera! Nadie dice una palabra…

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