jueves, diciembre 29, 2011

Conversando con Luis Sexto.

MIS DERECHOS Y TAMBIÉN LOS AJENOS

20111224052254-el-vaticano-roma.jpg


















Luis Sexto
Una meditación de Navidad
He leído algún post cuestionando la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba. He visto, incluso, concordar a criterios que, cada día, litigan por ideas opuestas. ¿Y qué harían Dios y el diablo apareándose en torno de un mismo asunto? ¿Qué soldadura será posible entre el blog de un  periodista revolucionario y otro de tendencia opuesta?  Y ante ello qué puedo decir. Primeramente, que he mejorado mi condición humana aprendiendo a respetar los derechos y la opinión ajena, es decir, la de mis semejantes, mis compatriotas y, a veces, mis colegas. También me parece haber avanzado moralmente al expresar con equilibrio mi opinión, aunque en sí misma compusiera un punto de vista distinto. Y por ello, sostengo que el blog anti oficialista –como suelen calificarse entre la bloguería- está siendo más político al coincidir con el blog revolucionario en su rechazo a la vista del Papa. Aquel sabe que una nota discordante desde las fuerzas afines del Gobierno cubano ante hecho tan trascendente, beneficia a la llamada “oposición”.  
El periodismo, el blog, el post, la opinión,  no se remiten solo a la libertad de expresarlos o la valentía para ejercerlos. Se necesita demás una cultura en que la política sea uno de sus esferas. Cultura que sepa discernir si lo que digo hoy beneficia la causa que confieso defender. Cultura que también oiga campanas y sepa, de oído, por dónde repican. Verdaderamente, como cubano, no solo como cristiano de nunca escamoteada filiación revolucionaria, me alegra la visita del   Obispo de Roma, líder  de la Iglesia Católica. Aunque  tengamos  juicios peyorativos, infundados o fundados, sobre Benedicto XVI, hemos de saber que el Papa es respetado y acatado por millones de personas, y que en Cuba, al menos el 15 por ciento de la población profesa la fe católica. Es evidente, pues, el respeto a la religión de millones de nuestros semejantes, tanto como algunos de nosotros se pasan el tiempo reclamando respeto por su condición diversa con respeto al color o el sexo o la opción sexual.
Alejándonos de lo inmediato, la experiencia de los últimos 100 años nos revela que lo menos “marxista” de Marx resulta posiblemente alguna porción de sus adeptos, que le estrujan sus páginas con aplicaciones e interpretaciones encartonadas, tan dogmáticas como los principios de ciertas iglesias. Alguien ha dicho que el peor “marxismo” olvidó que el hombre es también materia. Pienso, paralelamente, que el “marxismo”  menos humano y menos preciso fue el que olvidó que el Homo Sapiens coexiste con el  Homo Demens, es decir, el hombre de la subjetividad, de la fantasía, de la soledad, la angustia, del que siente y experimenta, según Spinosa, que  “es eterno” porque si no la vida significaría solo una toma de oxígeno sin sentido.
“Qué seríamos, míseros humanos –dijo Proudhon- si los creyentes no valieran más que las creencias.” No  parece sensato practicar un ateísmo excluyente, tan excluyente y acérrimo como cualquier doctrina fanatizada, cuando hoy mundialmente el movimiento de la teología del pluralismo religioso intenta quebrar exclusivismos y milenarismos, y el reconocimiento, aunque entre negaciones, de las “semillas del Verbo” – es decir, la cuota de verdad de cada religión- adoptado por el Concilio Vaticano Segundo, todavía continúa desbrozando intolerancias. ¿En suma, qué separa al ateo del cristiano o del musulmán o del budista? La fe o su ausencia. ¿Y es inteligente dividir a los hombres y mujeres del mundo en creyentes y ateos? Si es repudiable discriminar a los negros o a los asiáticos por sus características étnicas en oposición al blanco europoide, y a la mujer por su sexo, llamado débil, con respecto al del varón, o el varón con atracción hacia otro varón, si discriminarlos es repudiable, repito, es de igual forma condenable  echar a un lado de la raya al creyente y hacia el otro al  ateo. De esa operación discriminadora se obtiene un resultado: la división artificial de las fuerzas del progreso.
¿Y qué ventaja posee el ateo por sobre el creyentes? Ah, ¿acaso el desvirtuado apotegma de Marx de que la religión es el opio del pueblo? El jurista y filósofo cubano –ya fallecido- Julio Fernández Bulté en un artículo titulado genéricamente Socialismo y Religión, fechado en el 2000, demuestra cómo se ha asumido, con crédito de programa y una definición “ex catedra”, la frase de autor de El capital, sin tener en cuenta su contextualización epocal y geográfica. Marx no se refirió, según el doctor Fernández Bulté, a la religión en general, sino que “es a esa versión concreta de aquella religión supuestamente criticada por Hegel a la que califica de opio del pueblo”. Este trabajo pueden confrontarlo en “Futuro del socialismo y religión cristiana en Cuba”, libro de varios autores y que publicó la editorial Nueva Utopía, en Madrid.
Mal opio podría ser, pongo de ejemplo, una religión, como la cristiana católica, que en América Latina ha inspirado a laicos, sacerdotes y obispos a luchar  o morir  por la liberación de los pobres: Oscar Arnulfo Romero, Camilo Torres, Guillermo Sardiñas, Ellacuría, Espinal, Helder Cámara. El cristianismo fue una religión que, en sus inicios, hace  20 siglos, empezó a erradicar y cambiar los conceptos sociales fundamentados en la opresión. Me enviaste un esclavo y te devuelvo un hombre, algo así dice san Pablo a uno de sus discípulos. El cristianismo fue una revolución –la primera gran revolución espiritual- de la humanidad, y comenzó por liberar interiormente  a los seres humanos, con lo cual confirmó que la libertad surge dentro del hombre, porque primeramente  necesita personalizarse: para ser libre se precisa querer serlo. Voluntad de ser libre. Impulso de la subjetividad. ¿Podemos dudar de que todo cuanto advino después en el plano ideológico de Occidente está humedecido por el cristianismo, a pesar de torceduras y agravios institucionales?
Malos socialistas podrían  ser cuantos conciban un proyecto de sociedad que no reconoce, ni respeta las tendencias y las pasiones humanas. O que se funda intentando unificar, globalizar la conciencia individual e imponer una cosmovisión que, a la larga, por su encarnizado fanatismo se convierte en una confesión. De qué, pues, estamos hablando. ¿De perder el tiempo? ¿De restar en lugar de sumar? Nos dedicamos a criticar, ofender, insultar las creencias y a los sacerdotes y jerarcas de unos hombres y mujeres que deben de ser nuestros aliados, mientras los países poderosos de occidente bombardean países pequeños, derrocan gobiernos, amenazan a otros países, incluso a Cuba, y  desmenuzan al planeta con el maltrato contaminante  de modo que nadie puede discernir dónde naufragará la nave humana.
Habrá que percatarse también de que, políticamente, lo esencial para lo correcto o lo incorrecto es la afiliación a uno de los dos bandos que, según José Martí, se dividen los hombres: el de los que aman y fundan y el de cuantos odian y destruyen. En ambos grupos se mezclan ateos y creyentes. Si fuera necesario fragmentarnos habría que hacerlo poniendo a los que aman la paz y la libertad de esta parte de la barricada y a los que la odian y persiguen del otro lado.  Solo así estaríamos actuando acompañados de la escurridiza deidad de la razón.  
Consideremos, por tanto, que si hemos de respetar al creyente, respetemos igualmente sus símbolos y valores. La visita del Papa Benedicto XVI, aparte de su significado religioso, tiene un sentido político. El papa es también el  jefe de Estado del Vaticano. Y en términos prácticos, su presencia en nuestro suelo es un respaldo y un reconocimiento a Cuba y a su Gobierno.



24/12/2011 00:07 luisexto #Política
Comentarios » Ir a formulario
gravatar.comAutor: miguelito
luis VI;
Cada vez se me hace más difícil entenderlo, aunque debo recononocer que no veo malas intenciones en su discurso. Barrunto que usted está defendiendo la visita del jefe de estado Vaticano al estado cubano, a pesar de que este señor arrastra algún lastre moral y representa una ideología que trae mucha culpa encima. Eso no necesita defensa. Eso está bien. Pero no la manera. Elocuencia es facultad. Elocución es manera. Debo reconocer que lo primero no le falta a usted.
Pone demasiadas citas en tan corto discurso, parece ser de los que silban en la oscuridad. Hace usted unas proposiciones gratuitas de un alcance inmenso; el cristianismo fue la primera gran revolución espiritual de la humanidad. ¿Qué le impide ver al humanismo griego? El cristianismo tiene de espiritual y revolucionario lo que puede haber de eso en el judaísmo.
Lo de la crítica a la crítica de los creyentes mientras los poderosos de occidente desguasan el mundo obedeciendo a sus dioses que lo aconsejan, no lo ayuda mucho en su lógica. Es lo que manda el dios iracundo de los judíos: mata, destruye, arrasa, toma como trofeo lo que quede, sea mujer o niño.
Está bien invitar al papa de turno, así como al del turno anterior, aquel responsable de la muerte de Oscar Arnulfo Romero. Me alegra saber que ya no se cree en la infalibilidad de los papas, porque no habría como explicar que sus errores son circunstanciales como los del resto de la manada humana. Aquél se documentaba de la actualidad latinoamericana por reportes de William Casey mientras se negaba a leer los informes de Arnulfo. Este de ahora protege a un buen amigo que forzaba a un niño al sexo oral. Sepa también que el separador entre ateos y creyentes es el padre de los últimos. Que el que proyecta sociedades no es el socialista malo sino el malo simplemente.
Por último le hago una petición. Escribir un artículo sobre el Opus Dei.