sábado, noviembre 08, 2008

Parte del alzamiento en Demajagua el 10 de octubre de 1868.

Copia del parte del pronunciamiento efectuado en “La Demajagua” en Manzanillo, el Diez de Octubre de 1868, y primer encuentro de Yara con las tropas españolas rendido por el que suscribe, en su calidad de Gral Segundo Gefe entonces del Ejército Libertador.

Al General en Gefe del Ejército Libertador C. Carlos Manuel de Céspedes= Cuartel Gral en Naguas el 13 de Octubre de 1868=Gral.=

Adoptada la resolución de llevar a cabo el día 10 del actual el movimiento revolucionario combinado para el 14 en el ingenio “El Rosario”, la noche del seis del mismo a fin de precaverlo, antes de ser iniciado, vista la actitud que demostrase el Gobierno español de un fracaso no difícil; y consecuente con la orden de V del G; que me fue comunicada aquella propia noche en mi finca, San José de Blanquizal se hizo el llamamiento a los patriotas conjurados de la Jurisdicción, para que, desde luego, fueran congregándose con dicho objeto en su ingenio “Demajagua”; debiendo esperar yo con los míos en mi citada finca, sus ulteriores órdenes: Allá para las 6 de la mañana del referido día 10 y de su orden, al pasar el correo ordinario que conducía la correspondencia franca de Manzanillo a Bayamo, traté de apresarlo y apoderarme de las valijas; lo que no pudo resultar porque alarmada la población desde la noche antes ya el postillón venía sobre aviso y por demás precavido; en tanto, que, al aproximarse a mi avanzada donde le acechaba penetrando parece mis intenciones, retrocedió, con su caballo tendido a escape, regando paquetes por el camino y alarmando a aquellos vecinos y transeúntes. De pronto tiré del revólver para hacerle fuego, y al ir a dispararle me detuve, ante la reflexión del crimen que sin fruto ostensible para nuestra causa iba a cometer, sacrificándose sobre todo una víctima que me había dado la espalda. Hícelo perseguir, sin embargo, por dos hombres montados; y como a los pocos minutos regresaron estos manifestándome haberle dejado ya en la Capitanía del Partido distante solo, poco más de 2 kms de Manzanillo, y otros tantos de mi citada finca, di la orden de montar y ya puesto en marcha con una descubierta y al mando del C José Rafael Masó, se me incorporó el C Juan Hall, con los suyos, llegando ambos a la Demajagua con más de 200 hombres. Como a las diez del día nos encontrábamos congregados en aquel ingenio sobre 500 patriotas; mandados formar por el Gral en Gefe, se dió el El Grito de Independencia! Enarbolándose el Estandarte que lo Simboliza, a cuya sombra prestaron todos el juramento solemne de vencer ó morir antes que volver a ver hollado el suelo de la Patria por ninguna de las tiranías. El Gral en Gefe, reunió sus esclavos y los declaró libres desde aquel instante invitándoles para que nos ayudasen si querían, a conquistar nuestras libertades; lo mismo hicieron con los suyos los demás propietarios que le rodeabamos. Acto contínuo se pasó revista al armamento: circunstancias que no son del caso enunciar, hicieron que este resultara menos numeroso de lo que se esperaba; y así por esta causa como por no ser ya posible la sorpresa, se resolvió en consejo desistir del asalto combinado sobre Manzanillo en el antedicho ingenio El Rosario en la noche del 6, permanecer el resto del día donde nos hallábamos, para observar los movimientos del enemigo; hacernos fuertes, si por el contrario nos atacaba, y marchar al día siguiente para Naguas, cuyo punto se había hecho reconocer con bastante antelación para establecer en él nuestro cuartel general y dirigir desde allí las operaciones. Desde luego se robustecieron las guardias avanzadas de aquel campamento, acuartelándose el grueso de la fuerza, municionados los tiradores y preparados todos para cualquier eventualidad.

Transcurrió aquel día sin que ocurriese otra cosa de particular que la salida de algunos correos conductores de las diferentes órdenes giradas para toda la jurisdicción, y la entrada de nuevas partidas de patriotas, que por la distancia no habían podido concurrir antes; debiendo advertir que por los primeros fueron conducidos varios prisioneros entre los cuales se contaban los españoles Don Victorino Alvarez y Don Pedro Albailer, comerciantes de Bayamo, que se dirigían a la capital por la vía de Manzanillo, conduciendo ambos respetables cantidades de dinero en oro y libros para sus respectivas transacciones.

En la madrugada del once (11) recogidas las avanzadas y formada la columna en un número de unos 650 hombres después de una arenga del Gral en Gefe que contestaron con entusiastas y estrepitosos vitores a Cuba a la independencia y la libertad, con otros tantos mueras al gobierno español; y ardiendo todos en el deseo de medir sus armas con los contrarios; se emprendió la marcha con dirección al punto convenido, haciendo el primer acto al amanecer en el ingenio San Fco, de la propiedad del señor José L Ramírez y Hermanos. Allí en presencia de la dotación mandada a formar al efecto: se repitieron los mismos victores; y exhortados aquellos desgraciados para que se dispusiesen a ser libres, como manifestasen deseos de seguirnos, se les ofreció utilizar más tarde su servicio. El Admón señor Fco Javier Calvar, puso a nuestra disposición las pocas armas pertenecientes a la finca y al mismo se le dejaron encomendados y en plena libertad a los dos prisioneros españoles referidos para que en la tarde los acompañase o permitiese pasar a la población, llevando ambos una copia de nuestro programa, y cada cual sus mencionados intereses; los que como sus personas les fueron igualmente respetados. Al cabo de una hora continuamos marcha, tocando en la Caridad de Caymari, como a las ocho y de 9 y media a diez del día hicimos alto en la hacienda “Palmas-Altas”; donde se dispuso a almorzar. Antes de apearse en aquella sabana se organizó la fuerza por orden de compañías; nombrándose sus jefes y subalternos, e hicieronse otros nombramientos: el que rinde este parte fue nombrado General Segundo Gefe del Ejército, cuyo nombramiento aceptó condicionalmente hasta que nos reuniese otro patriota que poseyendo algunos conocimientos militares debiera sustituirlo; los CC Manuel Calvar, Juan Hall, Manuel Socarrás e Isaías Masó ayudantes del Gral en Gefe; todos pasaron desde luego a ocupar sus puestos ofreciendo desempeñarlos con dignidad.

Terminado el almuerzo, como a las 2 de la tarde volvímos a emprender la marcha. Al tomar el camino real se avistaron unos guardias españoles, quiénes perseguidos por una partida huyeron despavoridos. En la sabana de Don Pedro se descubrió un correo procedente de Bayamo; se le capturó y tomó la correspondencia informándonos de que de la misma ciudad venía una tropa española a reforzar la guarnición de Manzanillo; resolviéndose tomar posiciones convenientes para atacarla, más como de pronto se presentose una tempestad, tuvimos que desistir del propósito y continuamos. Al rebasar de dicha sabana dimos con un tren de 10 ó 12 carretas cargadas de tabaco, perteneciente a la casa de comercio Cardona, Feliu y Compañía de Manzanillo, permitíoseles el paso, sin tocar su contenido. En la sabana de Coboa descargó la tempestad, mojándonos el parque y las armas; sin embargo avanzamos sobre Yara, llegando a aquel pueblo de la Jurisdicción de Manzanillo ya con el crepúsculo: nos detuvimos frente a la entrada de Coboa; formados en columna desplegose la bandera y dieron entusiastas y estrepitosos vivas. Dos individuos salieron a avisarnos de parte del Capitán accidental, que era cubano, pués el propietario se hallaba en Manzanillo, que podíamos entrar sin cuidado. Al cabo de dos o tres cuartos de hora salió otro enviado por la misma autoridad a decirnos que acababa un destacamento enemigo de infantería y caballería por la entrada de Bayamo, ignorando el número. Mas ya nuestra fuerza distribuida por compañías se había mandado colocar en tres de las entradas principales del pueblo, ocupando la otra el resto que nos quedaba al Gral en Gefe y a mí, para entrar simultáneamente, dada la señal por nuestra cuenta y reunirnos en la plaza, esperando no tener para ello inconveniente alguno y ser bien recibidos por aquellos habitantes.=Esa evolución se ejecutó en medio de la más espantosa lobreguez de la noche, que ya no había sorprendido y se presentaba lluviosa: el enemigo que logró penetrar sin ser apercibido por los nuestros, a quienes no hubo tiempo para prevenirlos, se alineaba en dos establecimientos que se hallan situados en el ángulo N de la plaza, y al avanzar las fuerzas al mando de el CC Juan Hall, José Rafael Masó y Emiliano García; viéndose los dos primeros envueltos entre aquel que los recibió una ruda descarga, sorprendidos del encuentro inesperado, pero sin vacilar contestaronle esta con algunos tiros y se trabó el combate: seguidamente avanzaron los que mandaba García, Calvar y la nuestra, reuniéndonos instantáneamente con los primeros en la plaza de donde parado el fuego nos replegamos hacia una calle a menos de dos cuadras de la misma, dándose el toque de llamada. El Gral en Gefe y el que suscribe, a su vez salieron; el primero a recoger el convoy que por precaución se había hecho colocar en un lugar apartado, y el segundo a recorrer las afueras de la población para hacer entrar a los rezagados: y una vez de regreso allí, reunidos nuevamente todos, excepto seis ú ocho desertores, que ya han vuelto a nuestras filas; a pesar de un refuerzo de cincuenta hombres que en aquel momento nos llegara al mando del C José Rafael Izaguirre Pabón, y del deseo gral de aquellos patriotas, que, aunque mojados, transidos de frío y rendidos de fatiga, pedían a gritos cargar al machete sobre el enemigo, quemando sus atrincheramientos, si era preciso; el Gral en Gefe, oido mi parecer y el de otros gefes, ordenó la retirada, que ni nuestro propósito había sido entrar en el pueblo á viva fuerza, ni la prudencia, en nuestro concepto, pasado aquel encuentro, aconsejaba, otra medida, tomando en consideración; además, así como la conveniencia de llegar cuanto antes á Naguas, que era el punto objetivo de la expedición á fin de reorganizar y descansar; la desventaja de nuestras posiciones, el mal estado de nuestro armamento y porque casi inutilizado por la lluvia alguno; la inconveniencia de la hora, el mal tiempo que continuaba amenazándonos y; por último, que para convencernos del valor e intrepidez de nuestros soldados bastaba con el primer choque, como bastaba para el bautizo de sangre de nuestra bandera, con la derramada por los sicarios de la tiranía= Serían las 12 de la noche que, dado el toque de marcha, arrancamos de aquel pueblo por el SE de la extensa sabana que lo rodea de N.E á SE; y después de haber marchado poco más de medio kilómetro el Gral en Gefe que con sus cuatro ayudantes había ido a retaguardia de la columna a fin de evitar que quedasen rezagados; al volver á allá, se fue deslinzado envuelto por la oscuridad, sin que, sin salir de la sabana y llevando poco más ó menos el mismo rumbo lograra incorporársenos; más después de haber andado alguna distancia, tuvo un feliz encuentro con una partida de ciento cincuenta hombres al mando de los CC Jayme Santiesteban y Luis Marcano, que habiendo salido de Jibacoa aquella tarde en prosicusión nuestra al pasar por el Zarzal, oyeron nuestro fuego y marchaban a reforzarnos. De pronto, como era natural, dada la voz primera de ¡alto! y ¿quién vive? se desconocieron y prepararon las armas; mas repetido ¿quién vive? que se contestaron simultánea y enérgicamente: ¡Cuba-libre: el Gral! se reconocieron y quedaron reunidos; informados aquellos de los ocurrido, proponían ir sobre la columna para que retrocediesemos, y reunidos cargásemos de nuevo sobre el enemigo. El Gral en Gefe aceptaba la proposición en cuanto a ellos; pero no en cuanto á nosotros que ya íbamos en retirada y, como antes se ha dicho, rendidos de fatiga, etc (&); por lo que tuvieron á bien desistir, acordando pasar el resto de la noche en la hacienda “Calambrosio”; marchando desde luego ellos y enviandose al que suscribe prácticos para que condujese la columna a la misma hacienda.=El río Yara lo vadeamos por el paso nombrado de Cabagan, sin haber tenido mas dificultades ni demora que la producida por la estrechez y mal estado de los barrancos, donde había necesariamente que enfilar y hacer pasar una, a una las cabalgaduras, pues casi toda la fuerza viene montada, a escepción de la compañía que denominamos de zapadores, constituida por los antes esclavos del Gral en Gefe y otros: una vez ya afuera en la otra aun más extensa sabana que rodea también ese pueblo de N O a S E, cuya circunferencia es de diez leguas, y que va de trecho en trecho tomando los nombres de diferentes haciendas que están a su frente, entre las cuales se halla la de Calambrosio, de la pertenencia del Estado; concedí permiso a una parte de la fuerza para que pasase al establecimiento del español José Vilá, con objeto de que se proveyese de licor, tabaco y otros efectos; todo lo que fue pagado religiosamente, ofreciéndosele además, garantías de seguridad á aquel comerciante=De dos y media a tres de la madrugada rendimos la marcha en dicha hacienda donde fuimos recibidos con las más entusiastas demostraciones por parte de aquellos compañeros de armas, que nos esperaban ávidos de conocer por todos el efecto de nuestro primer ensayo: en ella permanecimos hasta la tarde de ayer doce, durante cuyo tiempo se nos incorporaron muchos patriotas y se adoptaron algunas determinaciones: el Gral en Gefe C Carlos M de Céspedes fue reconocido con el carácter de Capitán General del Ejército Libertador de Cuba; al Segundo Gefe C Bartolomé Masó Márquez, en virtud de la condición con que aceptara su primer nombramiento, se le aceptó se renuncia e hizo el de Intendente Gral de Ejército y Hacienda, nombrándose en su lugar (de Gral 2º Gefe del Ejército) al C Luis Marcano, al C Jayme Santiesteban Gral Gefe de Estado Mayor Gral. Brigadieres a los ayudantes Juan Hall, Manuel Calvar, Manuel Socarraz e Isaias Masó; ofreciendo todos desempeñar sus respectivos con la dignidad que corresponde= Concluyo, pues, Gral. con la satisfacción más profunda de que no hayamos tenido que lamentar desgracias alguna durante toda la jornada, ni el inesperado encuentro de Yara, en el que acuso esa misma circunstancia y nuestra propia inexperiencia, aparte de otras razones, hubieran podido conducirnos a un desenlace funesto, si causa tan justa como es la causa de la independencia y de la libertad de un pueblo, no debiera ver iniciada y tomar su carácter bajo tan favorables auspicios, siendo sostenida ademas, por patriotas tan abnegados. Nuestras bajas han consistido únicamente en la deserción antes espresada de seis u ocho cobardes ó arrepentidos, y la pérdida de algunos caballos, que en el encuentro al echar pie en tierra los ginetes para sostener el fuego, teniendo que soltarlos huyeron espantados, protegidos por la oscuridad de la noche. Las del enemigo sabemos positivamente que han resultado en un muerto, un herido y dos caballos de la tropa heridos= Con sentimientos de la más alta consideración y respeto= Patria y Libertad= B. Masó Márquez- 2º Gefe.



EVOCACIONES POR LA CIUDAD.

Posted by delio orozco

historiador de la ciudad

on 18 Junio, 2008 02:36

A Manzanillo.

“Servir es mi religión y el futuro no me preocupa”.
Ghandi.

“Haz lo que debas, suceda lo que quiera.”
Borgoña.

RAZONES.

Manzanillo es una de esas ciudades que obligan a poner en sus pensamientos toda la sangre de quien escriba sobre ella; imposible ser imparcial o no conmoverse cuando se piensa, habla y siente de un espacio que tanto ha dado a la historia de Cuba, a su cultura, a su ser. Claro, en el fuero interior del prejuiciado que discurra sobre estos temas, quedará siempre la prevención y el sabor -hijos de la incapacidad de sentir lo que experimenta quien vive sus días, sufre sus agonías, ama sus triunfos y llora sus derrotas-, de nocivos jingoísmos pueblerinos, de actitudes partidarias, de insanas pasiones; empero, yerra este o el peregrino o el viajero que piensa así, por cuanto, al darse lo justo no se pedirá lo injusto. Por otro lado, desde los mismos inicios forjadores de la nación cubana, el amor hacia la patrilocalidad o el espacio de tierra que el destino reservó por cuna -que no es lo mismo pero es igual-, ha sido centro de atenciones y emocionados acercamientos de parte de aquellos que han singularizado, en pensamiento y corazón, su cuajo; Varela y Martí resultan ejemplares en ese sentido. El presbítero, quien según José de la Luz y Caballero nos enseñó a pensar, decía en fecha tan temprana como 1818:
[…] los hombres dan siempre una preferencia a los objetos más cercanos, o por mejor decir, más ligados a sus intereses individuales, y son muy pocos los que perciben las relaciones generales de la sociedad, mucho menos los que por ellas sacrifican las utilidades inmediatas o que les son más privativas. De aquí procede lo que suele llamarse provincialismo, esto es, el afecto hacia la provincia en que cada uno nace, llevado a un término contrario a la razón y la justicia. Sólo en este sentido podré admitir que el provincialismo sea reprensible, pues a la verdad nunca será excusable un amor patrio que conduzca a la injusticia; mas cuando se ha pretendido que el hombre porque pertenece a una nación toma igual interés por todos los puntos de ella, y no prefiera el suelo en que ha nacido, o a que tiene ligado sus intereses individuales, no se ha consultado el corazón del hombre, y se habla por meras teorías que no serían capaces de observar los mismos que las establecen. Para mi el provincialismo racional que no infringe los derechos de ningún país, ni los generales de la nación, es la principal de las virtudes cívicas.

Y José Martí, definiendo como nunca antes ni después se ha hecho la patria, legó para todos los tiempos y hombres:
Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca, no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el inexpugnable concepto de la patria. Levantando a la vez las partes todas, mejor, y al fin, quedará en alto todo: y no es manera de alzar el conjunto el negarse a alzar una de las partes. Patria es humanidad, es aquella porción de humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer; -y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se de a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca. Esto es luz, y del sol no se sale. Patria es eso.

HITOS.

Mucho antes de que los íberos pisaran la tierra que ellos dieron en llamar “Juana”, ya hombres y mujeres habitaban estos predios. Procedían del nordeste venezolano, cruzaron el arco de las Antillas menores, llegaron a Borinquen, luego a Quisqueya y finalmente a Cuba, que es nombre aborigen y por suerte aún blande, como cimitarra redentora, la ínsula. Ya en el oriente cubano se desparramaron por toda la geografía del saliente insular y llegaron a la oquedad del “caimán” para dejar huella indeleble que aún se goza en algo más que una toponimia exuberante: Jiguaní, Bayamo, Yara, Bayate, Jibacoa, Vicana, Guacanayabo... y es justamente, en la ribera de este mar, “[...] á legua y media de un puerto, questá apropósito de la navegación de la isla Española y de Tierra Firme […]”, donde se produce el primer alarido que distingue la estructura nodal de la cultural cubana: la lucha constante por la libertad y la independencia, ora individual ora colectiva, cuando el cacique Hatuey se niega ir al cielo antes de ser sometido al suplicio de las brazas; y es precisamente en este sitio, localizado hoy en la periferia de la ciudad de Manzanillo, donde se produce el asentamiento primigenio de la segunda villa de Cuba, San Salvador, llamada así porque según Diego Velázquez, adelantado del Rey y matador del rebelde, “[…] allí fueron libres los cristianos del cacique Yahatuey, é porque con la muerte suya se aseguró é salvó mucha parte de la isla […]”. Luego, la villa se traslada a la actual capital de la provincia Granma y comienza a ser nombrada San Salvador de Bayamo.

Pasó el tiempo y al calendario insular llegó 1604, momento en el cual, en las playas del Manzanillo se producen los acontecimientos que dan lugar al primer monumento de la literatura cubana: Espejo de Paciencia, poema épico escrito por el canario Silvestre de Balboa Troya y Quesada, catalogado piedra inicial de la poética isleña por cuanto, en un entorno que empezaba a pergeñar lo cubano se desenvuelven sus principales componentes étnicos: el indio, el español y el negro. En los años que completan las centurias décimo séptima, décimo octava y los primeros cuatro decenios de la decimonónica, Manzanillo, en virtud de su abrigada ensenada, resultó sitio privilegiado para el comercio de rescate y contrabando, trueque no sólo comercial, sino, esencialmente espiritual donde protestantes, hugonotes, calvinistas y toda clase de “herejes” aportaron, junto a sus mercaderías, la masa proteica e indomeñada que caracterizaría a los hijos de toda esta región; la actual ciudad de Manzanillo fue entonces, la salida al mar de la mediterránea Bayamo.

Terminaba el siglo XVIII, el Rey se preocupa porque los cortes de madera en las costas de su vasto imperio colonial afectan sus astilleros y un buen día, el 11 de julio de 1792, ordena se “[…] facilite la cantidad que sea necesario invertir para la erección de una pequeña población en el parage (sic) titulado el Manzanillo, jurisdicción del Bayamo”; empezaba así el proceso fundacional de lo que es hoy la ciudad de Manzanillo, nacimiento que -jadeante y doloroso como todo parto-, dio a luz una entidad humana que ha puesto en las rutas esenciales de la identidad y la cultura cubana claves esenciales, insoslayables además. En 1794 se la da la categoría de puerto menor, para 1809 gana la categoría de partido y en 1819 sus pobladores, de manera bizarra y sin la ayuda de nadie, rechazan un ataque corsario inglés, hecho este que no sólo levantó la autoestima de los locales, sino que, años después sirvió para solicitar al Rey el título de villa e inspiró a Carlos Manuel de Céspedes a escribir justa alabanza hacia los manzanilleros, quienes, con hidalguía y arrojo expulsaron de su suelo a los invasores; sin duda alguna, este ejemplo estaría entre las útiles reminiscencias humanas que contribuirían al parto magnífico del Padrazo.

Para 1830 la sujeción de Manzanillo a la férula bayamesa resultaba un contrasentido inaudito: la aduana, a más de 12 leguas del puerto, ubicada en la capital de la jurisdicción, obligaba a los comerciantes y capitanes de buques a despachar en la villa bayamesa los naves que llegaban a la rada manzanillera, de modo que, una simple exposición al Rey fue suficiente para hacerle entender que tal situación no podía mantenerse; por ello, el 19 de agosto -ante su Consejo de Estado-, decidió otorgarle a la marinera ciudad el título de villa, ordenando fuera antepuesto, en todos los documentos de curso legal y públicos, la gracia de Puerto Real; sin embargo, los intereses bayameses, afectados no sólo por el desprendimiento territorial que suponía una nueva jurisdicción que iba desde la margen izquierda del río Buey hasta el Turquino, sino, ante la pérdida sensible que para su economía representaban las gabelas, impuestos, aranceles y todo tipo de gravamen portuario de una economía que comenzaba a ser abierta para la exportación, no podían ver con buenos ojos el desgajamiento que se producía; por tanto, la oposición, el retraso y los intentos de retener el título de villa a la naciente jurisdicción resultan explicables. Por fin, cuando el 6 de enero de 1840 Manzanillo celebra cabildo y gana independencia administrativa de la añeja villa bayamesa, se materializa así un anhelo que había sido provisional en 1821 y permitiría a la Perla del Guacanayabo crecer y dar a la historia y cultura nacional instantes indispensables para su comprensión.

A no dudarlo, el acontecimiento más sublime de la historia de Cuba se produce en el ingenio Demajagua. Para el país y en especial para Manzanillo, fue una suerte elevada a condición de gloria que en sus predios Carlos Manuel de Céspedes nos hiciera hombres al instante de lanzarnos al monte; sus 16 años de vida en Manzanillo -vivía en la ciudad desde 1852-, resultaron tiempo esencial y definitorio que culminó en su condición de Padre de la Patria y le permitió, con ademán heroico, erigir entre y con los manzanilleros el Altar de la Patria. No se yerra si se afirma que lo acontecido en Demajagua aquel 10 de octubre de 1868 constituye el parteaguas de la historia de Cuba; en tanto, hay una condición antes de la Demajagua y otra después de la Demajagua, y esa singularidad no está dada solo por el acto magnífico, casi divino, de partear una nación, sino, por el gesto creador de liberar a sus esclavos, llamarlos ciudadanos, invitarlos a conquistar la independencia nacional y con ello, ahorrarle a la nación dolores y sufrimientos en demasía.

Sin dubitación alguna, el mar ha signado el decurso manzanillero, no sólo propiciando crecimiento y expansión, sino, sirviendo a los que desde 1492 conducían a la isla con mano de hierro; por eso, cuando a partir de 1875 se levantó la estacada y terminó el sistema de fortines que, en forma semicircular aprovechaba el mar como retaguardia, la ciudad se volvió inexpugnable; a pesar de ello, el mambisado no cejó en su empeño de tomarla militarmente y el ataque de noviembre de 1873, conducido directamente por el entonces brigadier Antonio Maceo, da pruebas de ello.

El Pacto del Zanjón demostró que a la fragua libertaria le faltaba calor pero no herreros que forjaran el metal ígneo de la independencia; los intentos sucedidos en el interregno que van desde el fracaso de la Guerra Chiquita, incluyendo esta, hasta el 24 de febrero de 1895, rubrican la anterior afirmación.

Salida la isla de la Guerra Grande o Larga, la destrucción de las fincas azucareras, los predios rústicos y otras propiedades rurales, sobre todo en el oriente del país, hacen que el gobierno español libere de impuestos dichas propiedades en un lapso de ocho años con el objeto de lograr su recuperación; esta medida favoreció la inversión de capitales y el mar, siempre el mar, imantó la llegada a Manzanillo de ellos en grandes cantidades; por tal razón, en la ciudad y sus predios administrativos el surgimiento del capitalismo, distinguido con la concentración y centralización de la producción azucarera, alcanzó las cotas más altas del oriente cubano sólo comparadas con un proceso similar acaecido en Guantánamo; de este modo y en virtud de su posición geográfica y el empeño de sus hijos, Manzanillo se ratificó como la ciudad de más rápido y sostenido crecimiento en los territorios que iban desde la cuenca del Cauto hasta el Cabo de la Cruz. Bayamo, en virtud de su condición mediterránea, una estructura productiva básicamente ganadera, la lejanía del puerto de embarque y el efecto de la guerra, se sumergía en un letargo que había comenzando mucho antes del estallido emancipador.

A pesar de que los años de tregua permitieron un crecimiento económico notable, azucarero fundamentalmente, los grandes problemas acumulados en más de 400 años de coloniaje no se habían resuelto, al contrario, una profunda agudización era evidente; por otro lado, la incansable y ciclópea labor de Martí rendía sus frutos más altos cuando el manzanillero Bartolomé Masó Márquez era reconocido como el representante del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en los territorios de las jurisdicciones de Manzanillo, Bayamo y Holguín. Varios sucesos así lo confirman. En primer lugar, el 24 de febrero de 1895, las figuras más notables del oriente que se lanzan a la manigua redentora son el manzanillero Masó y el santiaguero Guillermo Moncada; sobre el primero, teniendo en cuenta su condición de blanco, dirigieron los autonomistas y autoridades españolas sus esperanzas de hacerlo capitular, y en dos oportunidades, con entereza sin par, el manzanillero las rechazó; por ello Martí cree ver en él representado a los padres fundadores y con conocimiento de causa, amén de la coincidencia de ideas, desea sea en Manzanillo donde se celebre la reunión que dotaría a la revolución de un gobierno que fuera al mismo tiempo ala y raíz de la República; no por gusto, la mayoría de los hombres (cerca de 300), que escuchan entusiasmados el último discurso de Martí en el Gólgota cubano aquella mañana de Dos Ríos, eran capitaneados por Bartolomé Masó; quien, con su tropa, al llegar la noche anterior al lugar donde el Padre Espiritual de la Nación escribía carta a Manuel Mercado, le hace levantar la pluma en una frase extraordinaria: “[…] porque hay afectos de muy delicada honestidad.”

La brega, dura y heroica, fue rematada con la intervención norteamericana, la cual, como acción militar más importante en los territorios de la actual provincia Granma, bombardeó la ciudad en cuatro oportunidades y quizás, con marcada intención, tomó posesión del gobierno local el 10 de octubre de 1898, justamente 30 años después de La Demajagua; tal vez por eso y no sólo por ello -el veto a Bartolomé Masó como candidato presidencial debió haber influido también-, los años republicanos fueron en la urbe espacio propicio para la eclosión de tanto movimiento obrero y revolucionario conspicuo.

Si bien es cierto que la vida republicana no se redujo a la pelea y mejora humana social, en pocos lugares de Cuba como Manzanillo, la liza entre los aman y fundan y los que odian y deshacen tuvo tan cálidos y subidos tonos. Por ejemplo, en abril de 1906, un salamanquino por casualidad: Agustín Martín Veloz, funda el Partido Socialista de Manzanillo, un año antes había creado la Federación Obrera y con estos instrumentos en las manos y el socialismo en el corazón, salió a romper lanzas por los obreros: la huelga del central Niquero en 1912, el Círculo Carlos Marx, el periódico El Radical, las detenciones, la cárcel y hasta la enajenación mental producto de tanto dolor físico y espiritual, son sobradas razones para que Martinillo -pionero del socialismo caribeño-, ostente un lugar en la memoria de los cubanos.

Contra el Yanqui, libro escrito por el manzanillero Julio César Gandarilla y cuya estructura ideológica se ancla en José Martí, resulta el primer alegato de la nueva hornada de jóvenes patriotas contra el fariseismo y la intromisión norteamericana, no por gusto el texto debió esperar el triunfo de la revolución para ser reeditado.

Cuando en agosto de 1925 en La Habana se funda el Partido Comunista de Cuba, los manzanilleros no están por si mismos pero sí en la figura de Julio Antonio Mella; quien, los representó. Así pues, tanto hervor militante, comunista y revolucionario, no podía desembocar en otra cosa que en el diseño y preparación del Soviet de Mabay, experiencia dirigida por el Comité Regional del Partido Comunista radicado en la ciudad y que traspolaría al Nuevo Mundo la primera experiencia de un gobierno de obreros y campesinos.

Si bien es cierto que la circunstancia de la segunda conflagración mundial obligó a los Estados Unidos a cambiar su política del “Gran Garrote” por la del “Nuevo Trato” (New Deal), el avance de las fuerzas progresistas no se debió sólo a este hecho, sino, a su constante puja y exigencia en el mejoramiento social, mientras las elecciones de 1940 demostraron cuan alto, cuan largo y cuan fuerte, había sido el avance de los comunistas manzanilleros quienes lograron, a pesar de los prejuicios hacia esta doctrina social, colocar en la poltrona alcaldicia al primer regente comunista de Cuba: Francisco Rosales Benítez (Paquito), aupado de tabaquero a alcalde.

El decurso histórico de la urbe está marcado de manera indeleble por el gesto inaugural, ya feliz, ya infeliz, y terminando la quinta década del siglo XX, en el marco de una guerra la cual, por el modo de desarrollarse se llamó fría, la ciudad ve caer el 22 de enero de 1948, abatido por la espalda en la terminal de ferrocarriles, al líder obrero Jesús Menéndez Larrondo, quien, no fue asesinado por negro o comunista; sino, por alcanzar -en virtud del diferencial azucarero-, revertir por apenas dos años lo que es hoy práctica habitual entre los grandes centros de poder y los márgenes: el intercambio desigual.

Un año antes, el imberbe Fidel Castro, en gesto premonitorio, era fotografiado junto al bronce épico de la Demajagua mientras en su mano sostenía el badajo. Había ido a la ciudad, en compañía de Lionel Sotto, a buscar la campana que días atrás había sido negada por el Ayuntamiento al Ministro de Gobernación Alejo Cosío del Pino y, como el címbalo histórico fue hurtado en la capital, Manzanillo se declaró en huelga y alzó cívica protesta obligando al gobierno de Grau San Martín a devolver a la ciudad y sus hijos una alhaja que nadie pudo arrebatarles.

La asonada militar del 10 de marzo de 1952 no sólo coartó el curso democrático de la nación cubana; sino, hizo algo más provechoso, desató la situación revolucionaria que permitió cambiar el sistema político, económico y social de la república porque la rebelión devino revolución y Manzanillo, junto con Santiago de Cuba, resultaron ser los baluartes más representativos de un Movimiento que adquiriendo la gracia de “26 de Julio” condujo al 1º de enero de 1959. Las palabras de Fidel Castro a los manzanilleros no dejan margen a dudas sobre el papel de la ciudad y sus hijos en la consecución del hito más importante de América en siglo XX: la revolución cubana.
Me he reunido en numerosa ocasiones con la multitud; pero sin embargo, me faltaba un pueblo, me faltaba una multitud, me faltaba un lugar al que había tardado ya mucho en venir. Me faltaba un pueblo que, puede asegurarse es el que más vinculado ha estado con la Sierra Maestra. Me faltaba el pueblo que, durante el primer año de guerra fue prácticamente el primer abastecedor. […] El pueblo del cual nosotros estábamos seguros, porque cuando se trataba de huelgas, cuando se trataba de luchas, nosotros siempre contábamos que Manzanillo estaría presente.
…] con la Revolución, Cuba entera debe estar agradecida de Manzanillo porque de Manzanillo salieron los primeros dineros para la Revolución, los primeros víveres, las primeras hamacas, los primeros zapatos, las primeras frazadas, las primeras medicinas y los primeros voluntarios […]

En los casi 50 años transcurridos desde 1959, Manzanillo ha seguido con su hábito tenaz de inaugurar -para bien o para mal-, además de estar, en primera fila, en los acontecimientos medulares de la ínsula. Por ejemplo, con la botadura del primer Sigma, salido del astillero local en enero de 1960, se inicia la marina mercante de la revolución; durante los días difíciles de la Crisis de Octubre, en la finca la Caridad se establece un grupo coheteril soviético que aseguraba la defensa antiaérea de toda la zona y con la inauguración del muro en el Parque y Monumento Nacional la Demajagua, al cumplirse el Centenario de las Guerras por la Independencia, quedaba abierto el sendero a la arquitectura monumentaria de la Cuba en revolución. Más tarde, cuando el siglo XXI ya tenía un año y medio, la primera Tribuna Abierta que dio continuidad a la Batalla de Ideas, después del regreso del niño Elián González al seno paterno y patrio, se verificó en Manzanillo, tribuna desde la cual -en el 2004-, Fidel Castro Ruz inauguró el Programa de Superación Integral para Jóvenes.

Los agregados o sustracciones territoriales de Manzanillo han formado parte de su evolución histórica y territorial. En 1912 Campechuela se separa y forma municipio, en 1916 le sigue Niquero y en 1927 Media Luna se suma a este último; a partir de aquí su estructura geopolítica quedaría intacta hasta 1976 cuando se produce una nueva división política que convierte en municipios, para bien de estos, los barrios rurales de Yara y Zarzal.

La antesdicha división política administrativa resultó ser un acierto y una necesidad en su época; por cuanto, permitió un desarrollo más equilibrado de los territorios contribuyendo a combatir el adefesio heredado de la República; casos como el de Cienfuegos -separado del gran “molote” que eran Las Villas-, demuestran lo acertado de la decisión. Sin embargo, el desconocimiento del mandato histórico, del sentimiento de pertenecer, de las reales diferencias evolutivas entre los territorios y sobre todo, de la exaltada polémica que entonces se verificó, dio como resultado una estructura política y gubernativa fundida artificialmente que posibilitó el crecimiento de una ciudad en detrimento de la otra e hizo rodar a esta última cuesta abajo y atrás; a completar la obra vino el Período Especial y la Crisis Económica que convirtió a Manzanillo en el lugar de mayor índice de desempleo en el país, y, donde no se trabaja, no se genera riqueza… A pesar de ello, las decisiones centrales del estado hicieron posible la creación de centros hospitalarios, educacionales, fabriles y de otra índole que, en su momento, ayudaron y aún ayudan a que la diferencia sea menos dañina. A estas alturas de los acontecimientos, de los cambios ocurridos en Cuba y el mundo, una revisión del trazado geopolítico del país se impone; mirar responsablemente sobre las deudas de 1976 es obligación: obrar con prudencia, justicia, conocimiento de causa y percibir con luz larga, es tarea de todos, no sólo porque se desea, sino, porque se necesita. Manzanillo y sus hijos lo demandan.

CARNE Y HUESO.

La ciudad es relación biunívoca de contenido y continente, sin lo uno es imposible lo otro; empero, el primero modifica, transforma e incluso destruye, es pues, definitivo. Entre los hombres y mujeres nacidos en esta tierra o acunados por ella para siempre, más de uno logró hacer crecer, distinguir y respetar el continente.

Bartolomé de Jesús Masó y Márquez nació en Yara, pero hizo y se hizo en Manzanillo. Fue vice-presidente y presidente de la República en Armas y junto con dos de sus homólogos, Manuel de Jesús Calvar, Presidente en Baraguá, y Francisco Javier de Céspedes, hermano del Padrazo, descansa en el camposanto de la ciudad, convirtiendo a esta Necrópolis en la única del país que guarda los restos de tres presidentes de la República en Armas.

El año de 1844, conocido también como “del cuero” por la represión a la Conspiración de la Escalera, es la fecha del alumbramiento de unos de los gramáticos más señalados del mundo americano: Rafael María de Merchán y Pérez, maestro, periodista, creador -según José Martí- del término sig-zag y también patriota. Su trabajo titulado “Laboremus”, dio pie a la creación del vocablo “laborante” con el cual se distinguía a los cubanos que, en las ciudades cubanas o en el exterior, laboraban por la independencia patria; fue representante del PRC en Colombia -país que lo adoptó como hijo suyo-, y se desempeñó como el primer embajador de Cuba en España y Francia después de expulsado el león ibérico de estas playas.

No fueron pocos los extranjeros que dieron lustre a esta tierra. Francisco Becantini, italiano, después de decorar el teatro Reina Isabel en Santiago de Cuba, vino a Manzanillo donde se radicó definitivamente y después de decorar los interiores del coliseo manzanillero (1856), inauguró el primer salón de daguerrotipo, convirtiéndose así en el pionero de la fotografía en la ciudad; su coterráneo, Jacinto Minielli, fundó en octubre de 1904 la banda de concierto y sus restos, al igual que los del anterior, están sembrados en el cementerio local. Entre los nacidos en otras tierras y devenidos manzanilleros, el más distinguido fue, sin duda alguna, Modesto Arquímides Tirado Avilés, natural de Puerto Rico, comandante del Ejército Libertador, amigo personal de José Martí, ayudante de campo de José Maceo, Secretario de Despacho de Bartolomé Masó, primer alcalde por elección popular en Manzanillo, hijo adoptivo de la misma y su primer historiador en propiedad.

Entre los literatos la lista es abultada y eximia: las mujeres suman a América Betancourt, Calorta Lluch Casals y Elvira Fornaris; mientras la sola mención de José Manuel Poveda, renovador de la poesía cubana junto con Regino Botti, Luis Felipe Rodríguez, lleva la sociología del campo cubano a la cuentística, y Manuel Navarro Luna, autor de Surco -primer libro de la Vanguardia en Cuba-, servirían para conformar un parnaso de lujo.

Los músicos no se quedan atrás. Tal vez el más genial fue Carlos Borbolla, de quien dijo Alejo Carpertier en 1945: “[…] constituye el caso más extraordinario de la música cubana contemporánea. Todo es singular y digno de atención en este compositor, su formación, su trayectoria al margen de los itinerarios propuestos al artista criollo, su vida, sus actividades, su obra.” Diego Bonilla, Rafael Caymari y Carlos Puebla, por su parte, cierran un ciclo que pueden ser ampliado sin esfuerzo alguno hasta completar las dos decenas; pero basta decir del primero que, firmante del manifiesto del Grupo Minorista, obtiene con su violín las más favorables críticas por sus conciertos en Madrid, París y New York; el segundo, descendiente de mambises, es discípulo de Ernesto Lecuona; mientras el último, inmortalizando con su canto la figura del Che se ha ganado el título de “Cantor de la Revolución”.

A diferencia de los anteriores, los promotores y los pintores no fueron abundantes; sin embargo, su calidad trascendente excusa el reducido número; por cuanto, Juan Francisco Sariol, alma indiscutida de Orto y la Nochebuena Martiana, colocó tan alto la condición de mecenas de la literatura, que justicia sería reconocer su nombre entre los grandes animadores de la cultura del país, mientras Julio Girona, poeta, luchador antifascista y pupilo de Massager, alcanzó -por derecho propio y obra-, un lugar en la historia de la pintura y el dibujo cubanos.

Intentar relacionar en estas páginas, ante el clamor de la verdad y la justicia histórica, a todos los que durante el siglo XX hicieron revolución en Manzanillo sería demasiado extenso; empero, imposible dejar de reseñar algunos nombres cuyo legado trasvasa, con creces, las fronteras regionales. Ya se han apuntado los nombre de Agustín Martín Veloz y de Francisco Rosales Benítez, díptico al que se suma Blas Roca quien, dirigiendo el Partido Comunista de Cuba desde 1934 hasta el 1961, entrega la dirección de la organización a Fidel Castro Ruz en un acto de lucidez histórica. José Luis Tassende de las Muñenas ofrece su sangre generosa en los muros del Moncada, mientras Manuel Echevarría Martínez, Andrés Lujan Vázquez y Pedro Sotto Alba, cruzan el Golfo de México para llegar a Las Coloradas e iniciar la lucha armada. Por otro lado, la cercanía de la ciudad a los escenarios de combate, una tradición histórica de lucha y la disposición de un gran número de sus hijos de ser libres o mártires en el empeño de ver a Cuba próspera y feliz, hizo posible y distinguido el aporte de los hijos de Manzanillo a la revolución; por eso, René Vallejo Ortiz, Pedro Sotto Alba y Manuel Fajardo Rivero fueron Comandantes; también lo fue Felipe Guerra Matos; y la mujer, en la figura Eugenia Verdecia -primera en llevar suministros al grupo guerrillero-, junto a la inmensa Celia Sánchez Manduley, dan a la gesta revolucionaria un toque de ternura, extraño y tremendo a la vez.

Muchos han sido y son los que aportan, y a otros muchos ya se les reconoce el mérito por Manzanillo y Cuba, ora desde la ciudad, ora desde cualquier parte de la isla y el mundo, pero es preciso que el tiempo decante, y como el buen vino, sedimente para que la vida y obra, en una futura mirada a esta cantera humana, rinda el provecho con que se sedimenta, cual mortero fortísimo, el edificio de la patria.

ESPÍRITU OBJETIVADO.

Así definió Hegel la cultura, esencia perdurable y que cualifa, en el núcleo duro, la condición humana. Y a no dudarlo, en este campo las aportaciones manzanilleras son realmente distintivas. Véase.

Es la ciudad y su región, junto a Santiago de Cuba y Guantánamo, zona clave para entender el Son, género cubano cuya sonoridad distingue la creación musical insular y que en virtud de magníficos instantes de osmosis y arrebato creativo, ha dado a la música cubana razones de orgullo y legítima autenticidad. El primero es el órgano, instrumento que tropicalizado y criollizado en estos predios por las familias Fornaris y Borbolla, ha impactado el modo de hacer música en varios lugares del oriente cubano, resultando ser la Original de Manzanillo, con casi medio siglo de vida, una institución que, heredando del "señor de la música molida" y de la charanga francesa, ha devenido embajadora ilustre en cualquier parte o escenario del mundo.

La guitarra, maridaje de cuerdas y formas, en las manos de Raga, Benemelis, Codina y muchos más, acunó tanta trova que en diciembre de 1972, jóvenes de aquel entonces, protegidos y estimulados por "Yeyé" Santamaría, decidieron que en la ciudad se fundara el Movimiento de la Nueva Trova; la placa, colocada frente al gobierno de la urbe se deja leer, y recuerda el instante cuando Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Sara González y otros artistas llegaron a la ciudad de Carlos Puebla quien, en versos exclamaba que prefería no haber nacido a nacer en otra parte que no fuera esta ciudad de mar, a la cual, el magnífico Benny Moré cantó e inmortalizó en riquísimo son montuno.

No nos equivocamos al afirmar que el mestizaje resulta ganancia neta de la cultura cubana, y es la religiosidad popular la zona donde con mayor nitidez se verifica tal mixtura rendidora. Un esquema religioso del país nos permite percibir en las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo la práctica de creencias de origen africano con profunda aportación haitiana, básicamente del vodú. En la capital de país y Matanzas, la práctica de las reglas yoruba y conga son notables, matizadas en los puntos de Regla y Guanabacoa con la presencia de la fraternidad Abakúa; en Pinar del Río están los "acuáticos", culto animista y singular de aquella región del país; mientras, en el valle del Cauto, con ramificaciones por toda la curvatura del Guacanayabo y centro en Manzanillo, está el Espiritismo de Cordón, práctica que es lícito definir como la más auténticamente cubana. Nacida en esta región, contiene trazas del baile areito de los aborígenes y propone una visión distinta de la relación entre la vida y la muerte. Adherida a los fundamentos del cristianismo prístino, no es raro que se desparramara entre las capaz más humildes propalando la paz, el amor y la justicia entre los hombres; no por gusto Martinillo, Paquito y Vallejo fueron espiritistas.

Con legítimo orgullo el teatro cubano declara a Francisco Covarrubías como su padre; por su parte, el Teatro Manzanillo, coliseo inaugurado en 1856, sostiene que el suyo es Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo; quien, no sólo transcribió de su puño y letra los papeles de la comedia "El arte de hacer fortuna" -pieza con la cual se inaugura la vida útil de la institución-, sino, que se desempeñó como director de escena y actuó en la misma obra, méritos suficientes para un "tablao" que cuenta con 150 años de existencia; y si tales méritos iniciales parecieran insuficientes, se hablaría entonces de la presencia en su proscenio de Brindis de Salas, eximio violinista; Arquímides Pous, figura ejemplar del bufo cubano; Andrés Segovia, el mejor guitarrista clásico español del siglo XX; Alicia Alonso, diva de la danza cubana y mundial; Bracale, regio dramaturgo cubano y americano; Esperanza Iris, considerada en su época "emperatriz de la opereta"; Ernesto Lecuona, el más universal de los compositores cubanos; Pablo Neruda, dulce poeta universal y una lista de figuras de talla mundial que convirtieron al Teatro Manzanillo, en la plaza cultural más significativa de los territorios de la actual provincia Granma y uno de los más importantes del oriente cubano.

Alguien dijo que al principio sólo era el verbo, de ser cierto, entonces Manzanillo estuvo en aquel inicio, y no sólo porque desde 1857, cuando se publica el primer periódico, hasta que el rotativo La Demajagua deja de editarse en la ciudad para darle su gracia al periódico provincial, en la ciudad se editaron más de 120 diarios, interdiarios, semanarios, quincenarios y revitas; sino, porque hubo un Juan Francisco Sariol que prohijó, animó y convirtió la revista Orto en obra de valor imperecedero para la cultura cubana. Sus 45 años de existencia dieron vida y lanzaron la literatura cubana allende los mares, amén de convertirse en medio de expresión del Grupo Literario de Manzanillo, cenáculo que propició la venida a estos lares de personalidades de renombre en el campo de las letras y las artes: Nicolás Guillén, poeta; Ramiro Guerra, historiador y el pintor Carlos Enríquez, son sólo minúsculo botón de muestra.

La arquitectura, definida como la ciencia y el arte de proyectar edificios, tiene en Manzanillo los exponentes más significativos y hermosos del eclecticismo granmense, también los más amenazados. Edificios de dos y tres plantas, con ménsulas, cariátides, balcones, columnas adosadas, miradores; en fin, toda una esplendente variedad de motivos arquitectónicos, hacen de estos edificios de la Perla del Guacanayabo los símbolos de una época de prosperidad y riqueza material que, volcados en dichas estructuras urbanas, hacían de la polis manzanillera una de las más vistosas de Cuba. Todavía hoy, y a pesar de los serios peligros que se ciernen sobre ellos, la ciudad tiene el mayor nivel de urbanización en toda la provincia; ello, sin duda alguna, no es por gusto.

Alguien definió al ron como el hijo alegre de la caña de azúcar, y aquí también Manzanillo ha puesto su grano de arena, mejor, su línea de Pinilla, apellido de un inmigrante español que venido de Zamora, en la actual Castilla y León, legó para todos los tiempos una bebida ya centenaria, la cual, como otras de su misma estirpe alcohólica, distingue no sólo la ciudad, sino, una tradición, un modo de ser, también de beber.

Pocas ciudades cubanas pueden ufanarse con legítimo orgullo -que no vanidad-, de poseer una tradición patriótica. Cuando el 27 de enero de 1953 los estudiantes bajaron de la colina universitaria por la calle de San Lázaro, hachón en mano, para ir hasta la Fragua Martiana, hacía tiempo ya que los manzanilleros, no con antorchas pero si fuego en el corazón, recordaban aquel instante en el cual -del seno de una canaria-, nació el más universal, trascendente y útil de los cubanos: José Martí. De la estatura sentidora de Juan Francisco Sariol brotó la idea de parangonar la vida y obra del Cristo con el redentor cubano, por eso, decidieron llamar al homenaje, eclosionado el 27 de enero de 1926, Nochebuena Martiniana, gracia que con el decursar de Cronos resultó modificada hasta ser reconocida hoy con el nombre de Vigilia Martiana.

Calla el articulista pero no la pasión que le anima, por cuanto esta no le pertenece sólo a él, sino, a los que conviven en la ciudad, a los que han convivido, a los que convivirán cuando los de hoy hayan partido; no importa que el efecto invernadero amenace con ponerla bajo las aguas de su eterno amante, el Golfo del Guacanayabo; hasta ese entonces, la ciudad y su hijos seguirán soñando y trabajando, creando y sirviendo, riendo y llorando, viviendo y muriendo, con la inextinguible y profunda convicción que un día alumbró a ilustre novelista: "la muerte no es más que un cambio de misión".

Manzanillo, Cuba, 27 de mayo del 2008.