Vuelve a sorprendernos la prensa cubana con la noticia de que Ciego de Avila “se ganó la sede” del acto por el 26 de Julio y que Santa Clara sigue como destacada por varios años. Pero no se publican las bases de la competencia ni el método de selección.
Manzanillo nunca ha sido la sede, ¿cómo podría serlo existiendo todos estos problemas?:
_ Crisis alimentaria en el 2010.
Los campesinos de las áreas rurales que antes le pertenecían, prefieren comercializar sus producciones agropecuarias en otras regiones, buscando mejores variantes en la rigidez del control estatal.
_ Falta de agua por períodos de hasta 11 días.
Hay partes geográficas de Cuba donde falta el agua, pero que reciben abasto por camiones pipas. En Manzanillo no. Y esto sabiendo que la región cuenta con una de las mejores cuencas hidrológicas de la nación. Una de las justificaciones es la mala calidad del nuevo acueducto. En otras ciudades el acueducto está peor, pero no se ve tal crueldad. En los reportajes del periodismo estatal se muestran las calles por donde corre el agua, para demostrarlo. No saben que en las colinas de Manzanillo no hay alcantarillado y que el agua usada necesariamente tiene que correr por las calles.
_ Alto desempleo.
El dedo maestro que da y que quita ha despojado a Manzanillo de su puerto, de su espigón para descarga de petróleo, de sus “chinchales” de zapatos. No había barrio en el pueblo sin varios talleres donde se hacía buen calzado, técnica cuya experiencia ha ido desapareciendo. La estación de almacenamiento de combustible se ha desmantelado casi completamente. El puerto que propiciaba una fuerza laboral importante fue cerrado, cercenando así la historia de la ciudad. Ahí murieron la Fraternidad del Puerto y los “tirapiedras” del Ché.
_ Minimización del deporte y la cultura.
No creo que haya en Cuba un conglomerado humano de 100 mil almas con menos entretenimiento. Nunca hubo una “sala polivalente”, ni un instituto deportivo Manuel Fajardo, ni un estadio decente. Cerraron la escuela de artes plásticas contra la voluntad del 99.99% de la opinión pública, dejando la de Bayamo solamente, de más corta historia. Las giras artísticas importantes no llegan allí. Antes de la municipalización de la región del Manzanillo histórico había dos orquestas gigantes, tres típicas e innumerables conjuntos y órganos. Ahora eso parece ficción.
_ Industria turística inexistente.
Hay quien cree que no hay posibilidades para el turismo en el terruño. No saben que las condiciones para buceo en el golfo son las mejores en Cuba, según la revista National Geografic. Las montañas del Manzanillo histórico son patrimonio de la naturaleza por su origen tipo terraza. Y todo eso sin contar con su relevancia histórico-museológica: el teatro que fundó Carlos Manuel de Céspedes; los combates navales contra los americanos, venezolanos y franceses; las luchas obreras; los pioneros del Socialismo en Cuba; el órgano y Carlo Borbolla; El flautista Alberto Socarrás, los pianistas Anselmo Sacasas y Julio Gutiérrez; el campeón de billar Rafael de Oro.
Cuando en los mejores años del Socialismo soviético se construyeron en el país plantas de manufactura, edificios para instituciones, arte y entretenimiento, obras para el transporte y muchas instalaciones con sobrado equipamiento agropecuario, a Manzanillo le tocó una fábrica para implementos de riego y otra para baterías de plomo y ácido. No sólo se llevó lo menos, sino también lo malo. Allá va el peor contaminante industrial por cielo, mar y tierra. Digo, por mar no porque la tubería de desechos nunca se terminó de construir y lo terminado dejaba mucho que desear.
Eran tiempos en que todavía el manzanillero esperaba que algún día le tocara una sede. Fidel inauguró una de aquellas plantas; por supuesto no la más importante, cara y peligrosa. Al acto de celebración trajo una noticia buena y otra mala. Creo recordar que dio primero la mala, Manzanillo desde el helicóptero parece una aldea. Esa proposición fue un cubo de agua para el archiconocido orgullo manzanillero.
La relación de Fidel con Manzanillo data de 1947, y es posiblemente su primera acción política exitosa: acompañado por Leonel Soto presentarse al Presidente de la Delegación de Veteranos, Manuel Berro Reyes y al Presidente de Asociación de Hijos y Nietos de Veteranos, Don Modesto Tirado Avilés para solicitarles que en su calidad de Vice Presidente de la FEU, le fuera prestada la campana de La Demajagua con el objetivo de llevarla a la Galería de los Mártires de la Universidad habanera. Sólo días antes tal pedido le había sido denegado al Presidente de la República Dr. Ramón Grau San Martín que había enviado a su Secretario de Gobernación Alejo Cassio del Pino con tal fin.
La noticia buena era que Manzanillo había sido el contrafuerte de la Sierra Maestra y la ciudad más importante para la Revolución en cierne y que habían estado tan cercanos que “si había mal tiempo en Manzanillo lo había en su campamento”. Que para cambiar de posición su ejército, antes coordinaba con el M-26-7 de la ciudad para que el pueblo se tirara a la calle. Todo esto sigue la línea argumental conocida desde principios del triunfo de Enero del 59 en que la Caravana de la Libertad no llegó a Manzanillo sino sólo a los pueblos al borde de la carretera Central, el discurso en la azotea del hotel París a raíz del intento del alto clero y los propietarios de tierra contra la Reforma Agraria en Febrero del 59, la despedida de duelo de Manuel Fajardo Rivero: sí pero no.
El contraste de aquellos tiempos con estos es que ahora ni siquera se mencionan esos méritos. Sin embargo no creo que ninguna otra ciudad haya tenido mejor papel protagónico en Las Coloradas, Dos Palmas, El Marabuzal, La Finca de Epifanio Díaz, La entrevista de Herbert Mathews.
El desembarco del barco Granma fue previamente preparado por el movimiento 26-7 de Manzanillo. Se recolectaron armas y se hicieron prácticas de tiro. El lugar más indicado era cerca de Media Luna, pero a causa de problemas imprevistos fue a dar a Niquero.
El encuentro de Fidel y Raúl en Dos Palmas fue posible por coordinaciones de los revolucionarios en la ciudad y características de lucha únicas de la zona. Lo mismo puede decirse respecto a la reunión en la finca de Epifanio Díaz, a donde llegaron Frank País, Armando Hart, Celia Sánchez, Haydée Santamaría, Faustino Pérez y Vilma Espín.
No pudo haber sido Manzanillo un pueblito tranquilo y bucólico si iba a recibir armamento e insurgentes desde Santiago para reforzar a los alzados. Fueron trasladados cerca de 60 jóvenes en múltiples viajes por automóviles conducidos por Vilma Espín, Asela de los Santos, Luis Felipe Rosell y otros. Las armas llegaron a Manzanillo en un camión lleno de naranja, manejado por Juan José Otero, Bebo Hidalgo y Frank País. No me imagino un camión lleno de naranjas por Manzanillo hoy día sin despertar sospechas.
En su artículo del New York Times, Mathews destaca el contraste de la situación social en La Habana y Oriente, donde la vinculación del pueblo con la revolución era patente. Aunque trata de mantener secreto el lugar de su entrevista con Fidel, sí dice que Manzanillo era una ciudad floreciente en Cuba. Y algo de razón debió tener, habida cuenta de las deficiencias sociales de aquel sistema político. Pero el solo hecho de que un reportero del periódico más famoso del mundo llegue a una ciudad bajo vigilancia especial y pueda viajar y sostener un encuentro con el hombre más buscado, denota un cierto desarrollo en ese lugar, necesario para encubrir sus movimientos. Una vez se escaparon tres americanitos de la “embajada” y se pusieron a pasear por el parque, antes de ser llevados a la Sierra. Nadie lo notó.
Hubo un punto de inflexión en la importancia de la ciudad en la Revolución que parece estar por el año 1970. En la primera conferencia de Fidel para analizar la marcha de la zafra de los 10 millones, la ciudad que más menciona es Manzanillo. Luego viene un compás de silencio hasta la institucionalización con la fatídica Nueva División Político Administrativa. De aquellos tiempos recuerdo al dirigente partidista más popular y querido en Manzanillo: Morales. Es difícil imaginar que el asesinato del Secretario del Partido en una población aproximada de 100 mil habitantes no haya tenido divulgación, independientemente de las causas, que no fueron políticas sino personales. Después vino una retahíla de dirigentes conformistas e ineptos, si-señor-no-señor, interesados solamente en mantener su puesto y sus prebendas y beneficios, sin ningún sentido de pertenencia ni orgullo regional. Por otra parte, la alta dirigencia de la Revolución sólo quería insuflar vida artificial a la nueva división política y los manzanilleros que la integraban nada hicieron a favor del pueblo. Esto unido al hecho de que en otras ciudades sí surgieron individuos hábiles y regionalistas dieron el resultado que vemos hoy; Manzanillo aspirando a la categoría de Cacocum.
El estadio de pelota de Manzanillo, símbolo de un miserable sentido de pertenencia, fue construído a principios de la Revolución cuando era comisionado de deportes Guerra Matos, el artífice del Marabuzal y la entrevista de Mathews.
De unos ocho buenos hoteles que había en el casco histórico no queda ni uno, a excepción de una muestra de la horrible arquitectura soviética, el “hotel municipal” Guacanayabo.
La historia del transporte es lastimosa. Antes a cada hora se enviaba un ómnibus GMC Camberra a Bayamo, que no contaba con ninguno. Cada hora y media salía un ómnibus para Santiago de Cuba, comenzando a las 3 de la mañana. Dos trenes diarios a La Habana, incluyendo uno rápido así como varios ómnibus. Por el puerto había mucho tráfico de mercancías y cabotaje. En el siglo XIX y principios del XX el comercio principal era con Jamaica y Nueva York.
Es cierto que hay muchas escuelas, como hay en cualquier ciudad, pero como dijo Fidel en su entrevista de 60 horas, pocas ciudades como Manzanillo tenían un instituto de segunda enseñanza. Los jóvenes de Bayamo y Holguín que querían estudiar, tenían que hacerlo en Manzanillo o Santiago. El instituto manzanillero poseía un magnífico museo de historia natural, campo deportivo y anfiteatro, hoy desaparecidos.
Pero de todo lo mas triste no es el estado deplorable de la ciudad del Golfo, sino el complejo de inferioridad que se ha enseñoreado entre sus habitantes, tan rebeldes y orgullosos antes.
El celador bayamés debe estar presente hasta en la más simple asamblea. Hay un estúpido “bosque martiano” ocultando la vista al golfo, que todo manzanillero disfrutó siempre. Los baños del cine Popular no están en mejores condiciones que el excusado de una granja. No existe un triste periódico en una ciudad de una historia editorial impresionante. Por cada obra importante que se construye en Bayamo, en Manzanillo hacen una cafetería, y la gente se alegra. Parece que los bayameses ya se decidieron a quitar al mejor historiador que ha tenido Manzanillo, porque es el que más lo ha querido, y pusieron a un compañero del Partido. No escamapa.
Un día llegué de visita al Parque Masó y noté que a la estatua de Bartolo le habían dañado la nariz, probablemente con una piedra. Entonces entendí amargamente que la pérdida de auto-estima puede llevar a cosas como esta.