La mayor matanza de la guerra civil fue la de Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, en noviembre de 1936, perpetrada por milicianos del Frente Popular al más puro estilo soviético. En aquel momento el Gobierno del Frente Popular, ante la cercanía de las tropas de Franco, había abandonado Madrid. En la capital mandaba ahora una Junta de Defensa dirigida por el general Miaja como jefe militar, pero, por debajo de ese mando, las Juventudes Socialistas Unificadas se habían hecho con el control político de la seguridad y el orden público. Ese mismo día, las juventudes socialistas, dirigidas por Santiago Carrillo, se habían pasado en bloque al Partido Comunista. Y éste, siguiendo instrucciones directas de los agentes de Moscú, era ya el auténtico poder político en la capital de España.
Fue precisamente un consejero soviético, Mijail Koltsov, quien sembró en las cabezas de los comunistas españoles la idea de liquidar a los presos políticos: si los nacionales tomaban Madrid –arguyó-, en las cárceles iban a encontrar militares, abogados, médicos, escritores y funcionarios que de inmediato formarían la elite de la España de Franco. Había que eliminarlos. ¿Y cómo saber quién era quién en la abundante población reclusa de aquel Madrid? Era fácil: el ministro de la Gobernación, Galarza, antes de fugarse, había dejado en las cárceles los ficheros con todas las identidades de los presos. Los milicianos, excitados por la idea, pusieron manos a la siniestra obra.
Desde la madrugada del 6 de noviembre, los presos políticos derechistas empezaron a ser sacados de las cárceles de Madrid y trasladados por la fuerza en autobuses y camiones. Oficialmente se decía que eran enviados a Valencia, pero en realidad se les hacía bajar de los vehículos en las cercanías del pueblo de Paracuellos del Jarama, y allí eran fusilados en masa. Las víctimas eran principalmente ciudadanos de ideas derechistas, militares y profesionales sospechosos de simpatizar con el bando nacional, pero entre los asesinados había incluso niños. Los ejecutores fueron fundamentalmente los piquetes dispuestos por las milicias del Partido Socialista, el Partido Comunista y el sindicato UGT. El Consejero de Interior de la Junta de Madrid, el joven comunista Santiago Carrillo, fue el principal responsable político de la operación. Entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, más de 2.500 personas fueron asesinadas por este procedimiento en Paracuellos. Las matanzas no cesaron hasta que el anarquista Melchor Rodríguez se hizo cargo de las prisiones de Madrid.
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