jueves, abril 15, 2010

Manzanillo en la historia cubana II


No. II Pag. 18

Descripcion de un grabado en la página 21.

ATAQUE Y DEFENSA DE MANZANILLO, EN LA ISLA DE CUBA.

Indudablemente la insurrección separatista de Cuba, está haciendo desesperados esfuerzos, dentro y fuera de la isla, en los postreros tiempos de su existencia.
Once días después del apresamiento del Virginius, el 10 de Noviembre del año próximo pasado, algunas partidas reunidas de insurrectos de la manigua, componiendo la respetable fuerza de 2500 a 3000 hombres, al mando de jefes caracterizados, Modesto Diaz y Vicente García entre otros, intentaron apoderarse por sorpresa de la importante ciudad y puerto de Manzanillo, en la costa oriental de la isla.
Eran las once y media de la noche y los mal aconsejados rebeldes atacaron la población por tres partes, logrando en los primeros momentos, merced a su audaz acometida y a la sorpresa de los habitantes, rebasar la línea exterior de torreones que la defiende; pero en la plaza de Armas se hicieron fuertes los voluntarios y los soldados del ejército que en aquélla se hallaban y alentados por su patriotismo y por el noble ejemplo que les daba su jefe superior, el gobernador teniente coronel Sr. Gutierrez, después de un fuego nutridísimo, que duró cuatro horas, rechazaron por completo al enemigo, que no huyó, a pesar de todo, sin intentar repetir en aquella ciudad las horrendas escenas de Bayamo, prendiendo fuego a las principales casas de comercio.
Hallábase en el puerto el vapor de guerra español Conde del Venadito y también los cañoneros Ardid y Ericsson, cuyos comandantes enviaron a tierra, en auxilio de los bravos defensores de la integración nacional, toda la fuerza de que podían disponer.
Los españoles leales tuvieron seis muertos y 30 heridos y las pérdidas de los insurrectos ascendieron a 80 y 120 respectivamente.
Un grabado presentamos en la página 21, hecho sobre croquis que nos ha remitido un testigo presencial: representa la escena en que, después del incendio de las casas, el cañonero Ardid y los fuertes de la plaza rompieron el fuego contra los rebeldes derrotados y fugitivos.

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