Yo aprovecho el día de la mujer para denunciar
una discriminación de género en nuestro país.
Sucede que mi aldea en Oriente fue una ciudad
importante desde que se fundó, mucho tiempo después que su puerto, hasta la
desastrosa NDPA del 76 pasado. Le cerraron el puerto que es cerrarle la vida;
un puerto por donde viajaban los padres fundadores hacia Europa o New York,
dizque por la contaminación de los barcos que alumbraban la bahía en las noches
del Beny. Por este puerto entró el último desembarco de negros al país y salió
Gómez al exilio. También por allí entraba y salía el conde de Valmaseda para
mantener la zona tranquila cuando Cuba era española y próspera. En ese puerto
pernoctaban los pasajeros de los buques Menéndez en tránsito Batabanó-Santiago
y las compañías de espectáculo que se presentaban en el teatro que inauguró el
Padrazo. El puerto manzanillero fue testigo de las últimas batallas contra los
gringos que bombardearon tres veces la ciudad, cuando ya Santiago se había
rendido, hasta el preciso momento del
armisticio.
Manzanillo, en la industria de hospitalidad,
tenía más hoteles que Santiago. Trece. No queda ninguno, a excepción de una
mole de concreto prefabricado que no es art deco ni moderno, sino estilo Bolo.
Muchos cabarets, muchos bares, muchos
prostíbulos desaparecieron y no han vuelto.
En transporte tenía tren rápido, por lo que se
salvó un clandestino que devino general, tras hacer un acto de tabotaje en la
capital, así como también tenía tren lechero. Volaban aviones diariamente a la
Vana, Santiago y Camagüey. Dicen los viejos que a Miami, pero yo no me acuerdo.
Las guaguas a la capital eran como seis, a Santiago una cada hora y media, a Bayamo
cada hora, General Motors Camberra con forrito en el asiento. De aquello nada.
En los edificios habían varias cúpulas, como
siete, todas destruidas.
Antes de Vuestra Era, en los cincuenta, la
región recibió, apoyó y armó la guerrilla de Fidel, cuando en en cualquier
pueblo de Cuba, exceptuando a Santiago, todo marchaba en la mayor normalidad.
Después la historia oficial cambió y ya no es una revolución que ahijó la
pequeña burguesía manzanillera junto a la bandera roja que enarbolaban
Martinillo y Francisco Calderío. En esa época un reportero estrella del New
York Times pudo pasar inadvertido en la ciudad, a la que consideró una ciudad
floreciente. El que llega al municipio hoy día no puede creer lo que llevo
dicho sobre aquella ciudad.
Ahora que parece haber algo que funciona
aceptablemente bien, como el turismo, Manzanillo, aparentemente, va pa la cola,
el último otra vez.
Resulta que lo que tenemos es, aparte de la
historia de la patria y la música, por delante mar y por detrás montaña. Casi
nada. Las montañas ya están siendo ofertadas al turismo canadiense, pero el mar
no. Y no es un mar cualquiera; es la mejor y más conservada zona de buceo de
todo el puto caribe. Es el extremo del archipiélago Jardines de la Reina, que
no tiene absolutamente ningún plan futuro de turismo. Ya están apareciendo artículos con información sobre buceo turístico en los jardines de la reina, pero sólo en áreas pertenecientes a Ciego y Camagüey. Es decir, que los cayos de Manzanillo se quedaron afuera, se quedaron sin archipiélago.
Todo es Jardín del Rey. Y la Reina, ¿qué?
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