jueves, agosto 24, 2017

El día de la reina.

Yo aprovecho el día de la mujer para denunciar una discriminación de género en nuestro país.
Sucede que mi aldea en Oriente fue una ciudad importante desde que se fundó, mucho tiempo después que su puerto, hasta la desastrosa NDPA del 76 pasado. Le cerraron el puerto que es cerrarle la vida; un puerto por donde viajaban los padres fundadores hacia Europa o New York, dizque por la contaminación de los barcos que alumbraban la bahía en las noches del Beny. Por este puerto entró el último desembarco de negros al país y salió Gómez al exilio. También por allí entraba y salía el conde de Valmaseda para mantener la zona tranquila cuando Cuba era española y próspera. En ese puerto pernoctaban los pasajeros de los buques Menéndez en tránsito Batabanó-Santiago y las compañías de espectáculo que se presentaban en el teatro que inauguró el Padrazo. El puerto manzanillero fue testigo de las últimas batallas contra los gringos que bombardearon tres veces la ciudad, cuando ya Santiago se había rendido, hasta el  preciso momento del armisticio. 
Manzanillo, en la industria de hospitalidad, tenía más hoteles que Santiago. Trece. No queda ninguno, a excepción de una mole de concreto prefabricado que no es art deco ni moderno, sino estilo Bolo.
Muchos cabarets, muchos bares, muchos prostíbulos desaparecieron y no han vuelto.
En transporte tenía tren rápido, por lo que se salvó un clandestino que devino general, tras hacer un acto de tabotaje en la capital, así como también tenía tren lechero. Volaban aviones diariamente a la Vana, Santiago y Camagüey. Dicen los viejos que a Miami, pero yo no me acuerdo. Las guaguas a la capital eran como seis, a Santiago una cada hora y media, a Bayamo cada hora, General Motors Camberra con forrito en el asiento. De aquello nada.
En los edificios habían varias cúpulas, como siete, todas destruidas.
Antes de Vuestra Era, en los cincuenta, la región recibió, apoyó y armó la guerrilla de Fidel, cuando en en cualquier pueblo de Cuba, exceptuando a Santiago, todo marchaba en la mayor normalidad. Después la historia oficial cambió y ya no es una revolución que ahijó la pequeña burguesía manzanillera junto a la bandera roja que enarbolaban Martinillo y Francisco Calderío. En esa época un reportero estrella del New York Times pudo pasar inadvertido en la ciudad, a la que consideró una ciudad floreciente. El que llega al municipio hoy día no puede creer lo que llevo dicho sobre aquella ciudad.
Ahora que parece haber algo que funciona aceptablemente bien, como el turismo, Manzanillo, aparentemente, va pa la cola, el último otra vez.
Resulta que lo que tenemos es, aparte de la historia de la patria y la música, por delante mar y por detrás montaña. Casi nada. Las montañas ya están siendo ofertadas al turismo canadiense, pero el mar no. Y no es un mar cualquiera; es la mejor y más conservada zona de buceo de todo el puto caribe. Es el extremo del archipiélago Jardines de la Reina, que no tiene absolutamente ningún plan futuro de turismo. Ya están apareciendo artículos con información sobre buceo turístico en los jardines de la reina, pero sólo en áreas pertenecientes a Ciego y Camagüey. Es decir, que los cayos de Manzanillo se quedaron afuera, se quedaron sin archipiélago.
Todo es Jardín del Rey. Y la Reina, ¿qué?
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