viernes, octubre 30, 2009

El acoso del Cara Pálida.

La última votación en la ONU sobre la necesidad de eliminar el embargo americano a Cuba es una más en la historia de 17 años seguidos de la indiferencia imperial frente al mundo. Y utilizo el adjetivo imperial con total conocimiento de causa y a propósito.

Hubo una época en que los Estados Unidos no eran un imperio y contaban con la admiración global.

No es que no hubieran hecho ya cosas feas. Habían cometido actos de genocidio contra los pueblos originales; los llamados nativo-americanos: violaciones de acuerdos; uso de guerra bacteriológica; crímenes de guerra.

Los padres fundadores que legaron su declaración de independencia y su constitución habían dejado establecido claramente que en el nuevo proceso (1776) que iba a inspirar revoluciones como la francesa (1789), no habría lugar para negros, ni mujeres, ni nativos.

Dicen que la guerra hispano-cubana-americana fue la que inició a los vecinos de los altos como imperio.

Nadie puede explicarse cómo pudieron tantos hombres preclaros e instruídos haber sido embaucados de tal manera que Cuba pasó en cuestión de días de colonia a neo-colonia. El pueblo cubano era un hijo bastardo de una nación lejana geográficamente pero cercana al corazón. Después de situaciones penosas de cada parte, que llevó a España a preferir que el vecino se quedara como mandón de sus hijos rebeldes por considerarlos incapaces de auto-gobierno y a los cubanos a negarse a juntarse a España contra EUA, más bien cooperando con los invasores; después de vanos esfuerzos patrióticos por simplemente ser reconocidos como litigantes y Cuba como república, cuando las condiciones les parecían favorables, el gobierno americano comenzó a desarrollar su táctica mentirosa y cizañera para dejar establecido sin lugar a dudas que su doctrina era la de Monroe.

Pero seamos sinceros: nadie se ha librado de la telaraña americana. Con muy pocas excepciones, uno a uno, nuestros próceres fueron sucumbiendo a los encantos de la estrella Polar. Frases célebres de José Martí al respecto han sido divulgadas hasta la saciedad, indicando su convicción de que Cuba no debía confiar en el coloso del Norte. Pero respondiendo a una sugerencia de un periodista sobre la posibilidad de compensación monetaria o en valores de la deuda española o por las propiedades del Estado ibérico, dijo: "...no vemos inconvenientes en que los Estados Unidos intervengan con carácter de árbitros o de amigos oficiosos en las negociaciones, siempre que eso no suponga para la Isla de Cuba el sacrificio de su soberanía." Otro factor para considerar es la amistad del Apóstol con Estrada Palma, el fatídico personaje que irrumpió en la escena final de la Revolución con el aval de su relación con el propio Martí, que lo llamó "el Patriarca". Nadie que haya mostrado credenciales maquiavélicas en su actuación como hizo Estrada Palma para minar la Revolución y entregarla en bandeja de plata a su enemigo natural podría haber pasado inadvertido a un ojo avisor como el de José Martí.

Las palabras de Bartolomé Masó en su Manifiesto a los Cubanos, son claras: " no seremos tan ingratos ni tan locos ni torpes que, habiendo ansiado y aplaudido su intervención en la guerra, les neguemos el derecho a intervenir en la creación de un nuevo orden de cosas del que ellos, parcialmente, serán siempre responsables ante el mundo."

Máximo Gómez, después de haberse expresado siempre de forma muy clara en contra de las maniobras del intruso, aparentemente después de tanto divisionismo entre exilio, gobierno y ejército cubanos, recibió a un enviado de Brooke que proponía el pago a los licenciados del Ejército Libertador con una donación y no con un préstamo que garantizaría independencia, lo que aquél aceptó y fue a La Habana a discutirlo. Todo en contra de la Asamblea, que lo destituyó por eso.

Calixto García también aceptó órdenes directas del Departamento de Estado americano de situar 5000 hombres alrededor de Santiago de Cuba. Era una carta del general Nelson Miles, que logró la colaboración total de los mambises, sin ninguna garantía política, ni reconocimiento del Ejército Libertador o su grado de Lugarteniente General y lo peor; violando la autoridad de Máximo Gómez, jefe máximo.

Todo el mundo sucumbió a la manipulación del yanqui.

Tienen ese encanto que viene de la audacia, ingenuidad y atrevimiento que les da su total desprecio, desconocimiento e irrespeto por el resto del mundo.

El embargo americano jamás será levantado mientras se mantengan las condiciones actuales. Sólo en la eventualidad de alguna situación coyuntural de la que saquen provecho a largo plazo, será posible ese levantamiento.

Los Estados Unidos no permitirían que Cuba tuviera con ellos relaciones normales sin estar bajo su tutela. Es cierto que gran parte de responsabilidad por esto la tiene el exilio, Pero es algo más profundo. Un destino manifiesto como credo.

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