jueves, octubre 15, 2009

Literatura en Manzanillo

La larga historia literaria de Manzanillo comenzó cuando en 1856 Francisco Murtra, experimentado tipógrafo, introdujo la imprenta y al año siguiente, el 19 de julio, sale a la luz el número inicial del primer periódico: "El Eco de Manzanillo", iniciador de una extensa lista de periódicos que reseñaron el acontecer diario de la ciudad y sus poblados vecinos; a la historia de tintas, tipógrafos y prensas están unidos los nombres de ilustres manzanilleros entre los que descuella el noble patricio Rafael María Merchán -eximio gramático, orador, linguísta, crítico- quien por sus ideas patrióticas se vio obligado a emigrar, haciendo vida y familia en Colombia. La tradición literaria de la ciudad se sustenta en la publicación, durante casi medio siglo, de la revista "Orto" y la existencia del Grupo Literario de Manzanillo (GLM) que ocupa un lugar privilegiado en la historia de la literatura cubana.Nacida en enero de 1912 con el esfuerzo de Juan Francisco Sariol -poeta, narrador, incansable promotor cultural y propietario de la imprenta El Arte-, Orto fue una revista de difusión cultural que paseó el nombre de la ciudad por el mundo entero; sobre los autores que en ella publicaron nos habla el propio Sariol en el prólogo a su libro de versos Juguetería de Ensueños:
"[...] comenzó a volcarse en ORTO una buena parte
de la intelectualidad más avanzada del país, y
algunos quedaron como asiduos colaboradores. Como
Nicolás Guillén [...]; como Isidro Méndez, Ciana
Valdés Roig, Ghiraldo Jímenez [...], Luis Augusto
Méndez, José A. Portuondo, Pita Rodríguez, Ramón
Loy, Regino Pedroso, Carlos Enríquez, Marinello,
Tallet, García Espinosa, Ballagas, Florit, Carlos
Rafael Rodríguez, Lazo, Raúl Ferrer, Aguiar,
Poveda, Mariblanca Sabas Alomás, Lizaso, Campoamor
[...], Nuñez Jímenez [...], Agustín Guerra de la
Piedra [...], y Raúl Roa [...]"
A esta extensa lista podemos agregar los nombres de Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Juan Ramón Jímenez, Juana de Ibarbourou, entre los extranjeros; y los de los miembros del GLM entre los que descollaron: Manuel Navarro Luna, Luis Felipe Rodríguez, Rogelio González Ricardo y otros.El Grupo Literario de Manzanillo, fue una institución que se hizo estimar, respetar y aplaudir; de su constitución queda un hermoso souvenir.
GRUPO LITERARIO
Souvenir del almuerzo de su constitución, en Manzanillo a cuatro de septiembre de mil novecientos veinte y uno con el siguiente:
MENU
Entremeses variadísimos
Pargo asado literariamente
Paella poética
Ensalada crítica
Postres periodísticos
Café
Vinos
Tabacos y Discursos
La enorme vocación martiana de los miembros del GLM encontró cauce para su desarrollo y expresión en la celebración de la Cena Martiana, acto que constituye una de las más antiguas tradiciones patriótico-culturales de la ciudad. Iniciadas el 27 de enero de 1926 a iniciativa de Sariol, tenía como objetivo rendir homenaje al Apóstol José Martí en la víspera de su natalicio; poemas, discursos, canciones, llenaban la noche hasta las 12 pm hora en que -reunidos alrededor del busto del prócer en el parque de Céspedes- conluía la velada con palabras a cargo de un intelectual de la ciudad. Tal fue su acogida que años más tarde -en la década del 40-, un decreto del Ministerio de Educación establecía la celebración de la Cena Martiana con carácter obligatorio para todas las escuelas públicas del país, y se celebraban incluso en otras partes de América Latina y Estados Unidos. Las Cenas dejaron de celebrarse en 1957, año en que también desaparece Orto y el Grupo Literario comienza a desintegrarse. Federico Henríquez i Carvajal -amigo hondo de Martí-, en carta enviada a Sariol el 24 de febrero de 1930 comenta el valor de la Cena Martiana y dice: "¡Bienhaya Cuba que siente vibrar el alma de Martí en los legionarios de su noche buena!".
Con el triunfo revolucionario la creación literaria adquiere nuevos bríos; en 1966 se funda el Círculo Artístico Literario -más tarde denominado Taller Literario "Manuel Navarro Luna"-, y en él sobresalen importantes figuras locales como Angel Pena, Enrique Véliz, Wilfredo Naranjo y otros. Ellos marcaron la continuidad en la creación y fueron raíz de nuevas hornadas de escritores entre los cuales ya algunos han inscrito su nombre no sólo en la literatura local, sino también, en la nacional.

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