martes, abril 19, 2011

Seguimos igual.

Parece que termina el Sexto Congreso del partido Comunista en Cuba y nuestro problema fundamental va a quedar sin solución: Manzanillo se va a quedar bajo la férula del mandón de turno de Bayamo. Sólo un poco de autonomía para los municipios.



Parece que se repite la historia de la insatisfacción de los independentistas con magras promesas autonomistas. Las marcas que nos han dejado nuestras frustraciones continuarán siendo indelebles.



Justificaron la creación de dos nuevas provincias en La Habana con la necesidad de que estos territorios tuvieran la dirección política más cerca. Nosotros no tenemos derecho a la separación de una capital impuesta en la Nueva División Político Administrativa aunque hayamos sufrido una involución sin nombre, desde la región histórica más importante del país hasta un municipio de poca monta.



Nadie legisla u ordena algo en favor de comunidad alguna si no siente el dolor en carne propia. De La Habana ni de Bayamo ha de llegar la solución a nuestro problema. Lo que queda demostrado.



La razón fundamental para este estado de cosas es la diferencia del manzanillero actual con el anterior.



¿Dónde está el que nunca entregó la ciudad a los más disímiles atacantes? ¿Dónde el que a riesgo de su vida tendió una mano amiga a los rebeldes dispersos y hambrientos en la Sierra Maestra? ¿Y el que a pesar de la distancia a la capital tejió su propia historia cultural a puro golpe?



Tranquilamente observamos como Holguín se convertía en una ciudad industrial aún cuando la separa de sus cuencas acuíferas una cordillera que dificulta el suministro y hace necesario el uso de tres estaciones de bombeo. Tampoco cuenta con mares o rios donde diluir sus desechos. Ambas características poseemos sin utilización en Manzanillo.



El planificador oficial designó a Tunas con similares objetivos, sólo para afianzar la NDPA, aunque adolesciera de similares dificultades que Holguín.



La sicología del manzanillero de hoy dia es fundamentalmente derrotista y conformista. En el 2006 visité el parque Masó y me impresionó negativamente descubrir daños a su estatua. Algunos gamberros la habían apedreado. Pero nadie había hecho algo parecido a infamante “bosque martiano” que bloquea la vista a la bahía, que contempló todo manzanillero, casi religiosamente.



Ya nadie extraña las luces de los buques en nuestras bellas noches porque nos quitaron el puerto, aquel que recibió a finales del siglo XIX y principios del XX un servicio de cabotaje de todo el sur del país, de La Habana a Santiago.



Aquella industria del calzado que supuestamente actualizaba a pequeños talleres que garantizaban un producto de gran calidad comercializado hasta en el Mediterráneo y nombrados despectivamente como chinchales, fue desaparecida del mapa del litoral.



¿Cómo puede un ciudadano saber que tuvo una escuela de Artes inaugurada por Fidel, antecedida por una muy modesta pero no menos importante? El manzanillero de hoy dia ignora la existencia en el pasado reciente de ocho hoteles en el casco histórico del pueblo. No sabe que el transporte en Manzanillo era la clave de su importancia; en los albores de la NDPA llegaron a Bayamo las primeras guagüitas Girón para sus barrios rurales mientras la ruta entra las dos ciudades siempre fue cubierta por ómnibus de buena calidad que salían de Manzanillo cada 45 minutos.



Hay que enseñar la historia de Manzanillo. Hay que superar un complejo de inferioridad muy dañino. Hay que elegir manzanilleros en el gobierno, pero que no sean entreguistas.

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