En la porfía actual sobre el sistema político cubano hay una confusión de parte y parte que no contribuye al entendimiento ni a la solución del problema.
¿Por qué dijo un gran pensador que sólo la izquierda necesita de ideas nuevas mientras el capitalismo duerme tranquilo al amparo de su filosofía de egoísmo, exterminio, dame-o-te-hago-la-guerra, hipocresía, mentira? Porque el hombre es conservador por naturaleza. La contraposición usual del conservadurismo como liberalismo es ficticia e inexacta. Más bien se entiende hoy día al conservadurismo como la definición literal del liberalismo: “doctrina política que defiende las libertades y la iniciativa individual y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural”.
Al otro extremo del conservador esta el revolucionario ortodoxo. El que no piensa; esto está mal pero no me conviene cambiarlo porque el status quo me favorece. El Padre de la Patria un día no solamente cambió la historia, sino dio un golpe demoledor al egoísmo, a los análisis individualistas que hoy hacen peligrar a la revolución. No aprendimos la lección ni la aprenderemos nunca hasta que empiecen a despuntar los primeros albores del Hombre Nuevo.
¿Podrían muchos ciudadanos actuales de Cuba, en circunstancias similares, portar un estandarte de la importancia de aquél que abrazó Céspedes? Lo único que exige la sociedad es un aporte proporcionado a lo que de ella se obtiene. Si estamos pendientes de cuánto descubrimiento tecnológico, imaginería electrónica o entretenimiento superficial que está de moda en el mundo, para desearlo y soñarlo, pero no empujamos parejo el carro de la historia, no hemos entendido que sólo se puede tener lo que se crea con el trabajo.
Hay que tener un espíritu rebelde y estar dotado de un humanismo especial para cambiar las cosas.
A la larga los inmensos progresos de la humanidad se logran por los revolucionarios. Los conservadores son nada más que la fuerza del balance para mantener el equilibrio en la cuerda floja de la vida humana. Por eso los revolucionarios siempre serán criticados. Debido a eso siempre necesitarán nuevas teorías para convencer a los de vista corta, que son la inmensa mayoría. Para ser un visionario se necesita tener valor primero para enfrentar las situaciones e imaginación para recrear el futuro.
La humanidad precisa de uno que avance al futuro, oteando el horizonte o explorando los riesgos ignotos y regrese a contarnos y a persuadirnos. Los cubanos tenemos uno de estos avatares, en el sentido más místico de la palabra; uno que sacrifica su ascenso espiritual para empujar a su gente en el mismo sentido.
La humanidad siempre va a conservar su espíritu gregario. Un grupo de hombres nunca dejará de necesitar un líder. Toda la fantasia del pluripartidismo y la quimera de la democracia son artificios de los proyectos mezquinos de los ricos para la mente del hombre aislado en su soledad, en su religión, en su impotencia. Marx descubrió leyes dialécticas que vinculan al trabajador con la historia de su país y del mundo, pero no funcionan cuando el trabajador del capitalista se doblega, vencido por una propaganda omnipresente, que lo persuade de que él también puede llegar a ser rico o por la inmensa industria del entretenimiento.
Mucho se especula sobre la funcionalidad del sistema cubano. Yo creo que el gran problema cubano es la paternalidad del sistema en combinación con la centralización. No la planificación, que es la garantía del ahorro de los recursos materiales y la preservación de los naturales. Funcionaría si el ciudadano tuviera que doblar la cerviz, soportar humillaciones y trabajar con dolor o enfermedad. Si a nadie le interesara sus desgracias y el talento de sus hijos se perdiera lastimosamente. Estoy contra la omnipresencia del Estado, no porque éste sea malo, sino al contrario, porque lo que es de todos no es de nadie y facilita el derroche, el desvío, la ineficiencia.
Si toda la comida, combustible, equipos, suministros que el estado maneja en todo el país fuera vendida a quien quisiera comprarlos, no sólo se multiplicaría por diez su disponibilidad, al hacerse más eficiente, sino que el Tesoro del Estado pudiera disponer de dinero para justicia social. De todos modos hay una economía paralela que funciona a pesar de la ilegalidad. Los vehículos estatales no pueden circular por falta de neumáticos pero a los privados no les falta.
Hay una sola economía, que es la capitalista. La economía socialista es un engendro de los manuales políticos y los ideólogos. Con los materiales de construcción de las escuelas en el campo que se construyeron a sugerencia de José Martí, para que los jóvenes estuvieran en contacto con la agricultura, se hubiera adelantado mucho en la crisis de la vivienda. Ha de sumarse el transporte, vastos recursos de infraestructura, empleomanía, comida, medios de enseñanza.
Al estudiante que lo alimenten y lo cuiden sus padres. Que el transporte que use sea el normal de la población.
El arte y la cultura es harina de otro costal. Su presupuesto debería estar de algún modo vinculado a las opciones individuales. ¿Quién garantiza que todo el que produce da su consentimiento para utilizar el dinero en miles de grupos musicales, danzarios, dramáticos y otros? Lo mismo con el deporte. Arte, literatura, deporte, cultura en general deben ser asegurados por el Estado, después que sean financiados por la sociedad, de algún modo.
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