jueves, julio 19, 2018

No me defiendas, compadre.

No hubo propuesta de autonomía que hiciera una metrópoli a colonia alguna como la de España a Cuba.
La nación precede a las constituciones y después viene la patria. No hay patria si no hay instituciones y el que las desprecia es un cínico. El pueblo cubano es cínico en cuanto ha despreciado la institucionalidad de la hispanidad y la de la república y ha aceptado la imposición de la institucionalidad fidelista que es un legajo de preceptos ideológicos obsoletos y en abstracto, implantados en un sujeto cuya democracia no pudo pasar de la categoría de café con leche y pan con mantequilla.
La revolución fidelista fue un experimento abortivo que no debía haber durado tanto. La irrupción de Fidel en la historia de Cuba se puede explicar por esa vanidad innata en el cubano que es heredera del sentido del honor hispano, pero no se puede entender la permanencia del fidelismo sin Fidel. Eso sólo puede explicarse por el nuevo concepto de patriotismo constitucional proveniente de la escuela de Frankfurt, donde la patria es lo que expresa la constitución que el propio gobierno impuso al cubano: el patriotismo que promete amistad eterna a otro país situado en la otra cara de la tierra.
La constitución que viene no va a honrar mejor al ciudadano; para eso está ahí la del cuarenta: la están afinando para lograr mejor sus objetivos.
En los primeros días de marzo de 1898 la Junta Autonomista manda desde la Habana a Herminio Leyva y Aguilera a entrevistarse con Bartolomé Masó para matar el movimiento que había iniciado el 24 de Febrero en Manzanillo.
“Manzanillo 12 de marzo de 1895.- Señor Don Bartolomé Masó.- Muy señor mío. Ya sabrá usted el resultado de mi viaje a Santiago de Cuba, negativo en absoluto, pues no sólo se resistió el señor comandante general a conceder un minuto siquiera de plazo, sino que dio sus órdenes delante de mí para que se emprendiera la persecución de usted con toda actividad.
En estas circunstancias y antes de retirarme a Manzanillo, quiero hacer el último esfuerzo, para evitar que se derrame inútilmente la sangre de hermanos cuya cantidad, sea cual fuere, está todavía en tiempo de evitarla, porque de lo contrario caerá gota a gota sobre su nombre, manchándolo ante la historia.
El verdadero patriotismo, señor Masó, es como la valentía; grande, sublime, pero por lo mismo de su grandeza, no hay que confundir ambas cosas con la temeridad, porque en ese caso se empequeñecen hasta arrastrarlas por el suelo.
Es usted hombre de talento y de corazón, me consta aunque no he tenido el gusto de tratarlo; a esas dos cualidades de su carácter apelo para que reflexione y las use en estos momentos críticos en favor siquiera sea de ese número crecido de cubanos inexpertos que ha lanzado usted al campo de la insurrección, con idea patriótica, eso es indudable para mí, pero bajo un concepto completamente equivocado, cuyas madres maldecirán mañana el nombre de usted cuando se despeje esta situación y se vea claro en el asunto, si usted insiste en llevarlos a un sacrificio inútil; porque la campaña emprendida por usted tras de ser injustificada a todas luces, hoy por hoy tiene que ser estéril y contraproducente por añadidura para la felicidad de nuestro país.       
Vea usted si no, y se lo repito después de nuestra conferencia en “La Odiosa”, cómo no le secundan las otras provincias cubanas; lejos de eso, combatirán a Oriente. Vuelvo a decirle, porque el país ha comprendido que la felicidad de Cuba no se ha de conquistar por medio de la guerra, siendo así que la guerra será nuestro suicidio y no hay país en el mundo civilizado que se suicide conscientemente.
Aparte de esto, recapacite usted y vea que España tiene medios sobrados para acabar con el movimiento armado en poco tiempo: de Puerto Rico vienen tropas, de la Península han salido ya ocho batallones y vendrán todos los que crean necesarios.
La insurrección en cambio no tiene material de guerra, ni lo espere usted del extranjero; yo se lo aseguro.
Por otro lado, la mitad al menos de la gente que tiene usted alzada sin armas, volverá a las poblaciones tan pronto como se vea perseguida por las tropas del gobierno.
Sanguily (don Julio) preso en la Cabaña; Juan Gualberto Gómez presentado; Yero en Santo Domingo; Guillermón enfermo, echando sangre por la boca y acorralado en los montes de Guantánamo; Urbano Sánchez Hechevarría y dos hermanos en México.
¿Qué esperanza le queda a usted rodeado de esa situación?
Ha llegado en mi sentir el momento de probar al mundo entero que es usted un verdadero patriota, deponiendo las armas, acto que lejos de ser denigrante para usted en política, elevará su nombre en estos momentos a la altura que yo deseo verlo colocado eternamente.
Al dirigir a usted esta carta cumplo con un deber de patriotismo, quedando mi conciencia tranquila al retirarme a la Habana, después de los esfuerzos que he realizado para contener la guerra, aunque traspasada mi alma de dolor, pues además de ser cubano, soy hijo de esta región, apartada hoy del resto del país por un acto de rebelión tan injustificado como inútil.
Reciba usted las consideraciones del afecto que le profesa su paisano.
Herminio C. Leyva.”


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