La nación precede a las constituciones y después viene la patria. No hay patria si no hay instituciones y el que las desprecia es un cínico. El pueblo cubano es cínico en cuanto ha despreciado la institucionalidad de la hispanidad y la de la república y ha aceptado la imposición de la institucionalidad fidelista que es un legajo de preceptos ideológicos obsoletos y en abstracto, implantados en un sujeto cuya democracia no pudo pasar de la categoría de café con leche y pan con mantequilla.
La revolución fidelista fue un experimento abortivo que no debía haber durado tanto. La irrupción de Fidel en la historia de Cuba se puede explicar por esa vanidad innata en el cubano que es heredera del sentido del honor hispano, pero no se puede entender la permanencia del fidelismo sin Fidel. Eso sólo puede explicarse por el nuevo concepto de patriotismo constitucional proveniente de la escuela de Frankfurt, donde la patria es lo que expresa la constitución que el propio gobierno impuso al cubano: el patriotismo que promete amistad eterna a otro país situado en la otra cara de la tierra.
La constitución que viene no va a honrar mejor al ciudadano; para eso está ahí la del cuarenta: la están afinando para lograr mejor sus objetivos.
En los primeros
días de marzo de 1898 la Junta Autonomista manda desde la Habana a Herminio
Leyva y Aguilera a entrevistarse con Bartolomé Masó para matar el movimiento
que había iniciado el 24 de Febrero en Manzanillo.
“Manzanillo 12 de
marzo de 1895.- Señor Don Bartolomé Masó.- Muy señor mío. Ya sabrá usted el
resultado de mi viaje a Santiago de Cuba, negativo en absoluto, pues no sólo se
resistió el señor comandante general a conceder un minuto siquiera de plazo,
sino que dio sus órdenes delante de mí para que se emprendiera la persecución
de usted con toda actividad.
En estas
circunstancias y antes de retirarme a Manzanillo, quiero hacer el último
esfuerzo, para evitar que se derrame inútilmente la sangre de hermanos cuya
cantidad, sea cual fuere, está todavía en tiempo de evitarla, porque de lo
contrario caerá gota a gota sobre su nombre, manchándolo ante la historia.
El verdadero
patriotismo, señor Masó, es como la valentía; grande, sublime, pero por lo
mismo de su grandeza, no hay que confundir ambas cosas con la temeridad, porque
en ese caso se empequeñecen hasta arrastrarlas por el suelo.
Es usted hombre
de talento y de corazón, me consta aunque no he tenido el gusto de tratarlo; a
esas dos cualidades de su carácter apelo para que reflexione y las use en estos
momentos críticos en favor siquiera sea de ese número crecido de cubanos
inexpertos que ha lanzado usted al campo de la insurrección, con idea
patriótica, eso es indudable para mí, pero bajo un concepto completamente
equivocado, cuyas madres maldecirán mañana el nombre de usted cuando se despeje
esta situación y se vea claro en el asunto, si usted insiste en llevarlos a un
sacrificio inútil; porque la campaña emprendida por usted tras de ser
injustificada a todas luces, hoy por hoy tiene que ser estéril y contraproducente
por añadidura para la felicidad de nuestro país.
Vea usted si no,
y se lo repito después de nuestra conferencia en “La Odiosa”, cómo no le
secundan las otras provincias cubanas; lejos de eso, combatirán a Oriente.
Vuelvo a decirle, porque el país ha comprendido que la felicidad de Cuba no se
ha de conquistar por medio de la guerra, siendo así que la guerra será nuestro
suicidio y no hay país en el mundo civilizado que se suicide conscientemente.
Aparte de esto,
recapacite usted y vea que España tiene medios sobrados para acabar con el
movimiento armado en poco tiempo: de Puerto Rico vienen tropas, de la Península
han salido ya ocho batallones y vendrán todos los que crean necesarios.
La insurrección
en cambio no tiene material de guerra, ni lo espere usted del extranjero; yo se
lo aseguro.
Por otro lado, la
mitad al menos de la gente que tiene usted alzada sin armas, volverá a las
poblaciones tan pronto como se vea perseguida por las tropas del gobierno.
Sanguily (don
Julio) preso en la Cabaña; Juan Gualberto Gómez presentado; Yero en Santo
Domingo; Guillermón enfermo, echando sangre por la boca y acorralado en los
montes de Guantánamo; Urbano Sánchez Hechevarría y dos hermanos en México.
¿Qué esperanza le
queda a usted rodeado de esa situación?
Ha llegado en mi
sentir el momento de probar al mundo entero que es usted un verdadero patriota,
deponiendo las armas, acto que lejos de ser denigrante para usted en política,
elevará su nombre en estos momentos a la altura que yo deseo verlo colocado eternamente.
Al dirigir a
usted esta carta cumplo con un deber de patriotismo, quedando mi conciencia
tranquila al retirarme a la Habana, después de los esfuerzos que he realizado
para contener la guerra, aunque traspasada mi alma de dolor, pues además de ser
cubano, soy hijo de esta región, apartada hoy del resto del país por un acto de
rebelión tan injustificado como inútil.
Reciba usted las
consideraciones del afecto que le profesa su paisano.
Herminio C.
Leyva.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario