domingo, julio 22, 2018

To be Raúl or not to be Miguel.




En el blog nombrado postcuba, el intelectual revolucionario Marco Velázquez Cristo critica a los que el flamante presidente ha criticado; intelectuales revolucionarios pero no tan revolucionarios: no lo suficiente como para la ortodoxia fidelista.
Allí defiende el tío la idoneidad de una frase muy conocida del Bardo del Avon en su drama Hamlet. Yo dejo a los especialistas cubiches la puja existencialista de la adecuación de esas palabras al tema de los apóstatas. Lo cierto es que el fantasma de la perestroika recorre los pasillos de los palacios del poder en Cuba. 
A continuación intercalo un comentario que le hice: 
Compadre; qué clase de sociedad tan aburrida sería la que usted propone! De las variadas contradicciones en que usted cae, la principal es aquello de que ustedes han sido generosos en la victoria. Usted acusa de traidores a los de su misma clase revolucionaria sólo porque no lo son suficientemente; vaya generosidad! En las posiciones ideológicas siempre hay matices; usted nunca va a encontrar esa pureza que propugna. Esa pléyade de intelectuales que usted acusa de contrarrevolucionarios no pueden estar minando las bases de la revolución porque fuera de esas bases no sabrían vivir; lo único que han hecho por décadas es tocar la flauta para que el populacho entre por el carril y se mantenga; son los verdaderos pastores del pueblo cubano. No me venga con el cuento de que desean desarmar el muñeco que ha creado con tanto esfuerzo el hábil trapero durante sesenta años. Y eso sin hablar de la rudeza con que han tratado siempre al que no profesa su ideología. Yo siempre he sido irrevolucionario porque aún siendo un jovencito no pude entender la ofensiva revolucionaria apropiándose del fruto del trabajo de un hombre tras generaciones de sudor; ni por qué había que desarraigar una familia de su hábitat por la sola razón de haber quedado dentro de una zona en conflicto; ni la razón por la que arrastrar y apalear a un ciudadano por querer abandonar este país. Siempre hubo revolucionarios como usted porque hay un pueblo como el cubano, que vive feliz en cadenas. Mi lucha siempre ha sido defender el derecho del pueblo cubano al progreso. Si la democracia lleva al progreso, el progreso tiene que llevar a la democracia. Punto. Por eso llevan ustedes tanto tiempo contribuyendo al oprobio, porque los inconformes de adentro se convierten en los odiosos de afuera y así se cierra el maldito círculo vicioso. Si todo el esfuerzo del exilio, de los enemigos históricos y de todo el mundo se encauzara en llevar progreso y prosperidad al suelo cubano, nadie iba a recordar la puñetera revolución en algunos años. Pero para lograr eso hay que romper un prejuicio y eso no es fácil. Hay que romper el bloqueo americano, suspender la prohibición de viajes desde Usa, eliminar la batalla ideológica contra los comunistas cubanos: despolitizar a Cuba. Hemos sido un pueblo bailón, cantaor, pelotero, chambelonero, hablador: fuera la politiquería! Nunca fuimos un pueblo espartano sino en la imaginería de nuestros exaltados patrioteros.

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