lunes, noviembre 14, 2005

Cómo se levanta un pueblo.

(Algunas ideas afines con la designación de un gobernador de Cuba post-transicional por el presidente George Dubya Bush)

Eso nadie lo sabe. Pero sí sabemos por la Historia cómo no se levanta.
Los intentos de comenzar una segunda experiencia bélica en Cuba después del descalabro del Zanjón culminaron con la salida de Calixto García en la goleta Hattie Haskel desde New Jersey hacia Cuba en la noche del 26 de Marzo de 1880. Salió del lugar equivocado.
Martí destaca el 26 de Abril de 1880 en carta a Ramón Leocadio Bonachea a la sazón en Jamaica, la importancia de los veteranos de la Guerra Grande en la Chiquita. Los lugares escogidos, desde luego: Guantánamo, Bayamo y Manzanillo; los menos indicados dado el alto grado de represión española en dichos puntos.
En Manzanillo murió la Guerra Chiquita prematuramente.
La Habana no había sido precisamente donde se esperaba el despertar libertador. Hay que tener en cuenta que en esos tiempos era tan importante como New York .
Martí dice en “Céspedes y Agramonte”, en el Avisador Cubano del 10 de Octubre de 1888: “Hervía la Isla. Vacilaba La Habana…Pero en Bayamo rebosaba la ira…No cabía duda, no; era preciso alzarse en guerra. Y no se sabía cómo, ni con qué ayuda, ni cuando se decidiría La Habana, de donde volvió descorazonado Pedro Figueredo cuando por Manzanillo , en cuyos consejos dominaba Céspedes, lo buscan por guía los que le ven centellear los ojos”.
La labor de Martí a partir de entonces fue unificadora; táctica entre los propios cubanos en vez de estratégica frente al enemigo. Tuvo que unir, vamos a ver; blancos y negros en un ambiente racista; los de adentro y los de afuera; los veteranos y los pinos nuevos; obreros y patronos, anexionistas y separatistas.
La prisa en las decisiones y la falta de comunicación produjo grandes fisuras entre los patriotas. Gómez creyó en algún momento que Martí había tratado de realzar sus servicios sacrificando la autoridad del General en Jefe.
Martí justifica sus actos en sendas cartas del 10 y 23 de Noviembre de 1893, donde analiza las razones para el alzamiento de Ranchuelos, Cruces y Lajas, llegando a la conclusión de que fue una provocación de las autoridades españolas.
Y así lo creyó porque Francisco Zayas ni siquiera llegó a la manigua y lo peor es que hizo ver la orden de alzamiento como emanada del Delegado.
En silencio había tenido que ser, pero ya se hacía difícil sustraer al gobierno español de los preparativos revolucionarios. Había que caer sobre el país.
Era necesaria pues una plataforma política. Si el Partido Revolucionario Cubano fue el espíritu, el periódico Patria fue el Verbo. En su artículo “Revolución” del 16 de Marzo de 1894 Martí expone cómo se levanta un pueblo. “Los españoles llanos, buenos, trabajadores, rebeldes, nada deben temer: Mucho menos tendrán los españoles que temer de los cubanos piadosos que de los norteamericanos arrolladores y rapaces, de los norteamericanos a quienes echan sobre la presa fácil de los pueblos débiles, la codicia y mala distribución de la riqueza, que viene de su reparto desigual en la tierra propia”.
Critica la actitud pusilánime de los autonomistas.
Ataca a los “criollos serviles” que quieren crear el Partido Independiente.
Denuncia el cambio formal de ministros que representan una misma política y son casi siempre portadores de notable ignorancia, sea un Maura, Becerro o Ballesteros. “Era una vez un Ballesteros, ministro de Ultramar. Como le hablase un magistrado distinguido, que contó el cuento a Patria, de algo que tenía que hacer con Manzanillo, se inclinó el señor ministro sobre el mapa de Cuba, extendido sobre la mesa del despacho, y comenzó a tantear por la costa norte: ‘Me parece recordar que está en la costa sur’, decía el magistrado: ‘Creo seguro que está en la costa sur’. Y vagaba por el mapa el dedo ministerial, siempre por la costa norte”.
La selección del lugar para la Asamblea de Delegados no se presta a dudas, según carta a Félix Ruenes el 26 de Abril de 1895: “El Partido Revolucionario Cubano, acude, pues, a todo el pueblo cubano revolucionario.....Invitamos a Ud., pues, formalmente, a cumplir este deber supremo, enviando desde ahí enseguida a Manzanillo, donde a la fecha se halle el general Bartolomé Masó, el representante que los cubanos revolucionarios de Baracoa envíen a la Asamblea de Delegados que allí se reunirá.”
Necesitaba Martí entrevistarse con Masó, luego del encontronazo con Maceo en La Mejorana. El Masó que no dejó apagar la llama de la guerra; el mismo que rechazó “el impúdico consejo” de deponer las armas después de la magnífica respuesta del pueblo manzanillero el 24 de Febrero al Grito de Bayate, injustamente arrebatado por Baire, donde no había ningún separatista; aquel Masó que fue segundo de Céspedes en La Demajagua, de marcada civilidad, que junto con el pronunciamiento militar de Bayate lanza una proclama a los cubanos y otra a los españoles, de marcada convergencia con el Manifiesto de Montecristi.
Quería conversar con alguien capaz de comprender que la revolución necesitaba algo más que una Junta de Generales. Planeaba entrevistarse luego con Salvador Cisneros Betancourt en el Camagüey.
Masó no esperó y fue a su encuentro el dia 18 de Mayo.
Al otro día pronuncia su último discurso, que es casi epitafio: “Sepan, que por Cuba, me dejo clavar en la cruz”
El eterno enamorado de la Vida vino a casarse con la Muerte.
Se hizo todo lo posible por imponer las armas antes que el civilismo de Martí, para al final dejar el camino libre a los bribones del Norte.
Cuba es un pueblo con memoria histórica.
¿Se necesitarán más pruebas?

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