Si la Constitución es por definición lo
que delimita los poderes e instituciones de la organización política, con rango
superior al resto de las leyes; el Partido Comunista de Cuba no puede estar por
encima de ella. Si la soberanía de la República reside intransferiblemente en
el pueblo, con todos y para el bien de todos, el único modo de salvar esta
incongruencia desde el punto de vista del Derecho es; primero, que la
militancia ciudadana en dicho partido sea directa, abierta y pública, como es
dondequiera, y segundo, que se declare oficialmente el nuevo Misterio y dogma
de la fe socialista de la Trinidad ideológica en Cuba: El Partido, la
Constitución y la República son distintas y a la vez lo mismo.
Ese bodrio legal que le están dando al pueblo
no representa ningún cambio hacia un estado de derecho.
Y allá van los borregos balando
alegremente en asenso.
Bueno, no todos asienten alegremente;
algunos le hacen el juego al prestidigitador mayor que les invita a dirimir el
matrimonio histórico de mamá y papá y legalizar el de papá y papá y de mamá y
mamá; discuten acaloradamente la bobería del orden de aparición de los
artículos o la idoneidad del concepto de lo que debe limitarse: la riqueza o la
propiedad. Vaya, desempolvar la ignominia del artículo 131 de la URSS. No es la
riqueza ni la propiedad lo que debe limitarse, sino el privilegio, palabrita
mágica de la que tanto abusó el mandante Jefe para matar la República. La plebe
no tiene que debatir el privilegio de un funcionario de la nomenklatura, de un
hijo de papá o de un intelectual revolucionario sino el de un luchador por
cuenta propia; su tarea es defender la patria socialista, lo que coincide con
la intención del que propone la ley, y además disfrutar del acto, que es el mayor
honor designado para el cubano. Hay que admitir que los comunistas son buenos
violentando la semántica léxica: ahora la dignidad plena del cubano significa
no sólo vivir en afrentas y oprobios sumidos, sino sentirse honrado por eso;
atesorar para sus hijos y nietos un socialismo prefabricado y un partido
comunista ubicuo; andar como Heberto Padilla: "un paso al frente y dos o
tres atrás: pero siempre aplaudiendo."
La nueva farsa legal, este flamante Fuero
Juzgo del Eurico caribeño, tiene tantos huecos porque intenta mostrar "una
reforma total" a la vez que garantiza "no cambiar ni un ápice de los
aspectos fundamentales" de la ley actual. Ellos no quieren soltar el
poder. Punto y aparte.
No hay que perder concentración en lo más
importante. Pero es necesario cuestionar por qué el legislador manipula una
lista de ideologías, a saber, imperialismo, fascismo, colonialismo y
neocolonialismo, merecedoras de condenar y a cuyos enemigos conceder asilo,
haciendo excepción del estalinismo.
Habría que indagar el sentido de proponer
que corresponde a la Asamblea Nacional revocar los decretos, leyes y acuerdos
del Consejo de Estado si ambas tienen los mismos Presidentes, Vicepresidentes y
Secretarios. Ya sé que para ellos la separación de los poderes del estado
"de derecho" les tiene sin cuidado.
Quiero ser optimista y analizar el
artículo donde se deja también a los ciudadanos la iniciativa de las leyes;
dizque se requiere el ejercicio de al menos diez mil electores. Al menos sé que
no puede ser un Proyecto ni llamarse Varela. Lo de la promoción de reformas a
la Constitución es un poco más difícil. ¿Cómo podrían coincidir cincuenta mil
ciudadanos en una petición de reforma, suscribirla ante el Consejo Electoral
Nacional y dirigirla a la Asamblea Nacional sin hacer una convocatoria? Sí, ya
estoy enterado de que se reconocen por el Estado los derechos de reunión,
manifestación y asociación, pero no sabemos qué interpretación le darán al
"acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley."
Ya empezamos mal, pues "acatar"
en castellano significa "tributar homenaje de sumisión y respeto y aceptar
con sumisión una autoridad, orden o normas legales."
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